Vav: Confiando en la Palabra (Salmo 119:41-48)

Serie: Refugiados en Su Palabra (Salmo 119)

Domingo 23 de octubre de 2022

Introducción

Hace algunos meses comenzamos como iglesia a estudiar el Salmo 119, que es el más extenso de los salmos y también es el capítulo más largo de la Biblia. Tal como se dijo en predicaciones anteriores de esta serie, el Salmo 119 posee 22 secciones, una por cada letra del alfabeto hebreo y todo el Salmo tiene como tema principal el valor de la Palabra de Dios en la vida cristiana. Hoy estaremos estudiando la sexta letra de este alfabeto: Vav, en un sermón que lleva por título Vav: Confiando en la Palabra.

En este pasaje estaremos revisando cómo debemos vivir como creyentes que confían en la Palabra de Dios, junto con los beneficios de vivir así. Estaremos recorriendo estos versículos a través de 3 enunciados: El anhelo por la salvación, Una declaración de confianza y Una respuesta de Gracia.

1.El anhelo por la salvación (vv. 41-42)
a)Los cristianos experimentamos oposición (42. el que me afrenta).

Una de las ideas que parece repetirse en el libro de los Salmos es el constante clamor a Dios que levantan los hombres santos para ser librados de sus enemigos. De esto encontramos rápidamente muchos ejemplos:

Sal 3:1 (de David): ¡Oh SEÑOR, ¡cómo se han multiplicado mis adversarios!.

Sal 5:8 (de David): SEÑOR, guíame en Tu justicia por causa de mis enemigos

Sal 6:10 (de David): Todos mis enemigos serán avergonzados y se turbarán en gran manera”.

Sal 7:1 (de David): Sálvame de todo el que me persigue, y líbrame”.

Sal 9:13 (de David): Oh SEÑOR, ten piedad de mí; Mira mi aflicción por causa de los que me aborrecen.

Sal 23:5 (de David): Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos.

Sal 42:10 (de los hijos de Coré): Como quien quebranta mis huesos, mis adversarios me afrentan, Mientras me dicen todo el día: «¿Dónde está tu Dios?».

Los Salmos están repletos de este tipo de declaraciones, y si consideramos que este libro constantemente nos revela el corazón y las preocupaciones del cristiano en medio del mundo que le rodea entonces debería parecernos evidente que una de las preocupaciones que enfrentamos en nuestro caminar en la fe es la oposición de los que nos rodean. Esto no debería parecernos extraño cuando nuestro mismo Señor nos dijo: En Jn. 16:33 - En el mundo tendréis aflicción (RV60), y esta declaración fue reafirmada por el apóstol Pablo en 2 Timoteo 3:12 (“todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución/oposición” RV60).

La oposición es precisamente lo que describe el salmista en los primeros versículos del pasaje que estamos estudiando. El versículo 42 el escritor nos habla de “el que me afrenta” o “mi avergonzador” (RV60). Ahora ¿qué podemos entender cuando hablamos de que alguien nos afrenta? En un sentido general, se refiere a tratar con desprecio; y ese desprecio puede tomar muchas formas: desde una mirada, una simple burla, quizás intentar ridiculizarnos de forma verbal, quizás poner en duda nuestras convicciones, pero también podría ir mucho más allá de las palabras y pasar a la violencia física. Ahora, aunque la oposición que experimentamos como cristianos puede tomar cualquiera de estar formas, pareciera que en este pasaje el salmista se refiere a un desprecio y burlas expresadas con palabras (v. 42: “tendré respuesta”).

Ahora, ¿Por qué razón el salmista recibe ese desprecio y esas burlas? La razón pareciera darla el mismo v. 42b: “Pues confío en Tu palabra”. Para los incrédulos el esperar en las promesas de Dios es una locura y es una razón para burlarse, para oponerse a los que declaramos confianza en las Palabras de Dios. Hermano, si eres un verdadero cristiano, que vive y que testifica como cristiano, hablar de esta oposición no te resultará como algo desconocido.

Cuando pasamos por un proceso de discipulado se nos enseña que como creyentes experimentamos una lucha en tres frentes: Con Satanás, con el mundo y con nuestra propia carne. Y la escritura también testifica sobre como estos enemigos buscan ridiculizar nuestra fe sembrando la duda en la propia Palabra de Dios y oponiéndose al avance del reino de los cielos. El sembrar la duda fue exactamente lo que hizo la serpiente en el principio planteando que la Palabra declarada por Dios no era digna de confianza (Gn. 3:1); así también describió Pedro que actúan los burladores de este mundo (2 Pe. 3:3-4). Así hermanos, tanto Satanás como el mundo intentan convencernos de que es ilógico creer que la Palabra de Dios es digna de confianza y que Él cumplirá cada una de sus promesas. Por esto somos constantemente menospreciados por el mundo; para los incrédulos no somos más que un puñado de locos y fanáticos, que incluso antes de abrir nuestra boca para defender lo que creemos somos tratados de “canutos ignorantes”.

Lo triste es que otras veces ese menosprecio y oposición a la Palabra de Dios viene de nuestro propio corazón engañoso. Asaf, en el Salmo 73, presenta una especie de radiografía de lo que ocurre en el corazón de un creyente que empieza a dudar de la Palabra de Dios (Sal. 73:2-3,8-9,13-14). Especialmente, los vv. 13-14 son el ejemplo de una sutil predicación satánica que podríamos estar repitiéndonos todos los días, y que no hace más que sembrar la desconfianza en la Palabra de Dios.

b)Los cristianos clamamos por socorro (41. Venga también a mí Tu misericordia, oh Señor, Tu salvación, conforme a Tu palabra)

A pesar de que el salmista está sufriendo oposición, experimentando el menosprecio por su fe en la Palabra, nos presenta una receta clara de lo que debemos hacer cuando somos acosados por la incredulidad. Debemos clamar a los cielos.

Esto debe hacernos meditar sobre cuáles son nuestros primeros movimientos frente a la oposición que enfrentamos como cristianos; y la respuesta correcta es siempre la misma: clamar a los cielos, sabiendo que el Señor es nuestro escudo. Es el mismo corazón que presenta el rey David en el Salmo 3, mientras escapaba de su hijo Absalón y sus hombres que buscaban asesinarle. Este Salmo comienza con David sabiendo que está siendo perseguido y enfrenta la oposición (Sal. 3:1), pero la respuesta correcta es siempre es levantar nuestra voz a los cielos pidiendo socorro (Sal. 3:4).

El Salmo 119:41c nos presenta también la receta de una oración exitosa (“… conforme a Tu palabra”). Una oración que siempre el Señor escuchará será aquella que busca aferrarse a las promesas que Dios mismo ha prometido en su Palabra. Porque al clamar por las promesas de Dios también nos alineamos con los propósitos de Dios y sometemos nuestros deseos a su voluntad.

Estas promesas del Señor a las que el salmista quiere aferrarse son la misericordia y la salvación. Aunque la misericordia es la compasión que Dios expresa a todas sus criaturas, el salmista apunta a un tipo especial de misericordia que va mucho más allá de la compasión: la salvación (v41: “Venga también a mí tu misericordia: …tu salvación”). Y es que cuando somos oprimidos lo que verdaderamente necesitamos es ser abrazados por la compasión y amor especial del Señor. Un amor eterno de pacto que no dependa de nosotros.

La palabra que se utiliza para describir la salvación por la que clama el oprimido es la misma que se utiliza en Isaías 45:17a. Por eso, cuando enfrentamos estorbo en nuestro caminar cristiano necesitamos recordar que el Señor ha prometido esta salvación eterna en Cristo Jesús; y porque Él nos ha amado con amor eterno podemos caminar confiados hacia la ciudad celestial sabiendo que bajo las alas del todopoderoso estamos seguros. Así, continúa Isaías 45:17b, con esta esperanza, podemos confiar en esta promesa del Señor: no permaneceremos por siempre en este estado de humillación.

Confiando en la promesa de salvación eterna que Dios nos ha dado a través de su Palabra, tenemos una respuesta firme a la oposición (v42: “Así tendré respuesta para el que me afrenta, Pues confío en Tu palabra”). Notemos con esto que el medio que Dios ha provisto para para silenciar la oposición y aumentar nuestra fe es la Palabra. Mientras más confianza tenemos en la Palabra, la oposición y las dudas que nos hacían tambalear serán cada vez más y más pequeñas.

2.Una declaración de confianza (vv. 43-44)

El salmista continúa declarando que la verdadera confianza en la Palabra de Dios es interna, pero se expresa externamente:

a)Los creyentes confiamos con el corazón (43b. Porque yo espero en Tus ordenanzas.)

Aunque en este versículo, el salmista comienza declarando que desea que no sea quitada la Palabra de Dios de su boca, el origen de esa petición está en la segunda parte final del versículo: “Yo espero en tus ordenanzas”. Aquí debemos notar que el salmista al utilizar la palabra ordenanzas, juicios o mandamientos (como se utiliza en otras versiones) se está refiriendo a la Ley de Dios. Y para muchos puede sonar extraño el amar la Ley de Dios.

Pareciera que toda ley solo limita nuestra libertad y se roba la diversión, no nos permite disfrutar tanto como quisiéramos. Quizás incluso naturalmente podríamos ver la necesidad de ciertas leyes civiles en nuestro país; como por ejemplo leyes que castiguen los asesinatos, violaciones o los secuestros. Pero para algunos puede sonar hasta contradictorio el encontrar deleite y esperanza en la Ley de Dios. Y esto ocurre así porque la tendencia natural del ser humano es aborrecer al Creador y a todo lo que viene de Él, incluidos sus mandamientos.

Pero, aunque esta Ley puede resultar despreciable para el hombre natural, para los que hemos nacido de nuevo, los cristianos, la Ley de Dios es sabiduría del cielo. Este cambio de disposición no es una simple decisión que podamos tomar, sino que es una transformación sobrenatural. Es el Espíritu Santo quien ha soplado vida en nuestros corazones. Ezequiel 36:26-27: Aquí se nos presenta esta gran verdad, recibimos el beneficio del pacto que el Señor ha hecho, no por nosotros, sino por su santo nombre como lo dice el versículo 22 (Ez. 36:22). Nuestro Señor Jesucristo no enseñó algo diferente cuando le dijo a Nicodemo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios (Jn. 3:3), porque es en este nuevo nacimiento donde se nos hace un “trasplante de corazón espiritual”.

Es por esto que nuestros deseos cambian radicalmente; nos empezamos a dar cuenta que hay cosas que antes disfrutábamos que ya nos parecen aburridas o incluso desagradables, y también, lo que antes era desagradable: la Palabra de Dios, y en particular, la Ley de Dios, se va transformando progresivamente en nuestro mayor deseo. Por esto, leer una Biblia ya no me resulta indiferente, sino que estremece mi corazón. El leer la Palabra de Dios nos hace temblar en reverencia y gozo por el glorioso tesoro que ahora podemos observar sin un velo: Cristo, la Palabra encarnada.

Con este nuevo corazón que ha sido puesto en nosotros no solo disfrutamos de la Palabra, sino que también la comenzamos a creer y a vivir. Cada vez con mayor intensidad vamos experimentando la certeza de que lo que está escrito es confiable y bueno para nuestra vida.

En este constante proceso de confiar en la Palabra nuestra fe va siendo fortalecida, y cada día se va acercando a la medida de la estatura de Cristo (Ef. 4:13) quien tenía una certeza absoluta en el cumplimiento de la Palabra cuando declaró en Mateo 24:35 queEl cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán y en Mateo 5:18 que “ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”.

b)Los creyentes confesamos con nuestra boca (43a. No quites jamás de mi boca la palabra de verdad).

El experimentar esta confianza en la Palabra de Dios no solo es algo que fluye en nuestro corazón, sino que es tan abundante la gracia que experimentamos en el evangelio que no puede ser contenida dentro de nuestra boca. Los creyentes somos llamados a proclamar las verdades del reino, ya que cada creyente es un heraldo que anuncia al Rey de paz.

Aunque claramente cada uno de nosotros posee una personalidad diferente y también diferentes habilidades para comunicarse, todo cristiano es llamado a proclamar la verdad de Dios; somos un pueblo apartado con ese objetivo (1 Pedro 2:9). Así, debemos ser diligentes en unirnos también a la declaración de Pedro y Juan en Hechos 4:20 frente al concilio cuando les amenazaron para que no hablaran en el nombre de Jesús: “Porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”.

En el versículo 43 (Sal. 119:43) el salmista toma valor al declarar su confianza en la Palabra de Dios y rogar al Señor que esa Palabra abunde en su boca porque también desea que la Palabra de Dios sea la respuesta para el que se opone y menosprecia (vv. 41-42).

Por esto también es una tremenda contradicción y una tragedia cuando algunos que se llaman cristianos y son incluso reconocidos como referentes, pareciera que se sienten incómodos o avergonzados al hablar de la Palabra o en citar un pasaje de la Escritura incluso mientras predican o conversan con otros cristianos, porque pareciera que eso es ser “mojigato”, “santurrón” o “demasiado radical”. Mientras los cristianos somos llamados a tomar esta actitud confesora, algunos prefieren callar ante las burlas y la presión social, e incluso autocensurarse para no ofender a los que viven ofendiendo al único Dios verdadero; esto es temer más a los hombres que a Dios.

Otros no solo callan por falta de valor, sino que enseñan que los cristianos tienen que callar para no ofender ni incomodar a nadie con el mensaje evangelio, e incluso intentan mutilar la Palabra para que esta sea más digerible; pero recordemos lo que dijo nuestro Señor en Mateo 10:32-33. Hermanos, la verdadera iglesia de Cristo tiene como fundamento la Palabra de Dios, y debe ser nuestro deseo abundar en esa Palabra en todas las formas, formatos y momentos posibles.

En el versículo 44 el salmista termina reconociendo que solo a través de un corazón que confía en la Palabra y que expresa esa confianza es que realmente podemos ser beneficiados al guardar los mandamientos de Dios (44. “Y, De esta forma” (Así que) guardaré continuamente Tu ley, Para siempre y eternamente).

3.Una respuesta de Gracia (vv. 45-48)

Luego de clamar por la salvación prometida en la Palabra y declarar su confianza en ella, el salmista presenta cual es la respuesta que Dios entrega a los que confían en la Palabra; mencionando 4 beneficios:

a)Libertad (45. Y andaré en libertad, Porque busco Tus preceptos) “Lugar amplio”

En primer lugar, debemos recordar el contexto inicial de esta porción, en donde el salmista estaba siendo afrentado, estaba experimentando oposición. Así, cuando encontramos oposición, burlas y menosprecio, la tendencia natural es a reprimirnos; a sentir una pesada mochila sobre nuestros hombros que nos hunde y no nos permite caminar libremente. Sin embargo, el salmista declara que, al buscar en los mandamientos de Dios, esa mochila de desánimo se cae. Además, el meditar en la Palabra nos permite no caer en una dinámica de autocompasión y victimismo frente a la oposición, sino que podemos seguir caminando con libertad.

Esto ocurre porque el sentido de la libertad a la que se refiere el pasaje es mucho más amplio que solo “sentirnos bien” o sobreponernos a una situación adversa. Este pasaje apunta a una libertad de toda oposición que pudiera impedirnos servir al Creador y disfrutar de Él. Por eso, la verdadera libertad es un regalo de la gracia de Dios, entregado a los que sirven a Dios en Cristo Jesús. Recordemos que nuestro Señor Jesús aplicó para sí mismo el cumplimiento de Is. 61:1. [1] Los que realmente son libres son aquellos a los que el Hijo hace libres (Jn. 8:36).

b)Valor (46. Hablaré también de Tus testimonios delante de reyes, Y no me avergonzaré)

Encontramos un drástico contraste entre el primer clamor del salmista (v41-42) y lo que produce la Palabra en el corazón que se alimenta de ella. El que antes clamaba por ayuda ante la oposición, ahora experimenta la respuesta del cielo: un valor contrario al temor de los hombres. El que antes sintió temor a sus pares, ahora no solo es capacitado para testificarle a ellos, sino que incluso puede hablar de la bondades y mandamientos de Dios delante de los hombres más poderosos de la tierra: los reyes.

Si estas viviendo atemorizado por el miedo al qué dirán, aquí está la solución: necesitas inundar tu vida de la Palabra. De tal modo que fluya como un río que ahogue toda duda. Ya que cuando tomamos la meditación de la Palabra enserio, el miedo a los hombres se hace más pequeño. El verdadero valor se origina en aquellos que tienen corazones que descansan en la Palabra de Dios, porque sus corazones han sido despertados por el Dios de la Palabra y saben que la Palabra de Dios permanece para siempre.

c)Gozo (47. Me deleitaré en Tus mandamientos, Los cuales amo)

Anteriormente, mencionaba que algunos ven el cristianismo como una serie de reglas aburridas que hay que obedecer para que al morir recibamos salvación; así, el paraíso es un premio a los que fueron capaces de aguantar vivir vidas aburridas. Además, la televisión, la publicidad, los medios nos llaman a ser rebeldes, a buscar nuestro propio camino, y que nadie nos diga lo que tenemos que hacer.

Pero como se ha dicho muchas veces en este púlpito: “La obediencia no se opone al gozo”. Experimentamos gozo cuando confiamos y amamos la Palabra de Dios porque cuando seguimos sus consejos experimentamos beneficios inmediatos. La Palabra es sabiduría para caminar en este mundo de maldad.

Nos gozamos cuando vemos que el Señor, a través de su Palabra, nos libra de tomar decisiones necias cuando le obedecemos. Y tristemente vemos a nuestro alrededor como muchos no toman con la suficiente seriedad los mandamientos del Señor y se transforman en esclavos de sus propias malas decisiones.

El corazón que se refugia y obedece la Palabra de Dios va a experimentar gozo al saber que su Señor le ha equipado para esta vida con “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad” (2 Pedro 1:3).

d)Admiración y más deseo por la Palabra (48. (Y) Levantaré mis manos a Tus mandamientos, Los cuales amo, Y meditaré en Tus estatutos)

Para finalizar esta porción el salmista utiliza la expresión “levantaré mis manos” que podríamos graficar de dos formas: primero, el levantar manos en las Escrituras se traduce como una expresión de adoración o admiración, pero también es una forma de extenderse para alcanzar o tomar algo.

Quizás alguno puede reconocer que hay beneficios en meditar la Palabra, ya que en ella encontramos sabiduría y promesas hermosas que nos sostienen y alientan; esperanza cuando no sabemos a dónde ir; calma cuando nos encontramos en la tormenta; pero aún con todo eso, alguien podría decir: “hermano, honestamente no me nace meditar en la Palabra de Dios”, “no me dan ganas de abrir mi Biblia”, o “cuando comienzo a leer mi Biblia me da sueño y no puedo continuar”.

Pero dentro de todos los beneficios de confiar la Palabra que se mencionan en esta porción, el versículo 48 concluye con esperanza: ya que el confiar en la Palabra nos hará desear más de la Palabra. Ese y levantaré mis manos” (v48) es la expresión de un hombre hambriento que extiende su mano para tomar del pan de vida.

Así, si el meditar en la Palabra no está siendo un hábito en tu vida, determina en esta hora encender una pequeña llama cada día; constantemente porque, aunque inicialmente veas una pequeña llama, no te darás cuenta cuando tu corazón esté encendido complemente por el fuego de la Palabra de Dios.

Conclusión

Para finalizar, muchos se han rendido en el camino cristiano y piensan simplemente que el meditar en la Biblia no es para ellos porque no se les da naturalmente. El leer la Biblia “es para algunos cristianos”, quizás “para los más consagrados y maduros”.

Te pregunto en esta hora: ¿Estás experimentando temor cuando ves oposición a tu fe? O ¿Tienes tu boca cerrada por el qué dirán? Cuando sientas que estás viviendo oprimido y preso por el pecado no te pongas a buscar una respuesta en sueños y en otras revelaciones. Cuando veas que estás actuando con cobardía o que estás viviendo una vida cristiana llena de insatisfacción y frustración, apartada del gozo. No te preguntes qué puedes hacer con esto si tu Biblia está cerrada.

Si estás viendo estos síntomas en tu caminar cristiano, evalúa si realmente has dispuesto tu corazón a escuchar la voz de Dios y confiar en esa voz. Pero si has cerrado tu corazón a la Palabra y crees que puedes vivir una vida cristiana sin Palabra morirás de hambre; o quizás tu problema es más profundo y necesitas nacer de nuevo.

Si tu corazón hoy está así: vuelve a la Palabra, porque es a través de ella que el Espíritu Santo toma su cincel y va transformando tu carácter para que la imagen de Cristo sea formada en ti. Es a través de la Palabra que el Espíritu de Dios nos revela a Cristo, porque Dios ha determinado que a través de la Escritura nuestros ojos sean abiertos de tal manera que quedemos deslumbrados con la gloria de Cristo.

Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.

2 Corintios 3:18

¿Estás viendo como tu vida está siendo transformada? ¿Puedes notar cómo tus deseos están siendo cambiados?, o lo pregunto de otra forma: ¿te estás exponiendo adecuadamente para que la palabra haga su obra en tu vida?

Amén.

  1. James I. Packer, «LIBERTAD, LIBRE ALBEDRÍO», en Diccionario de Teología, ed. Everett F. Harrison, Geoffrey W. Bromiley, y Carl F. H. Henry (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2006), 359.