Aunque es un pacto distinto al hecho con Adán en la creación, el pacto de Sinaí es una republicación del pacto de obras, que especifica la obediencia que se demanda del hombre, y en especial, de la simiente física de Abraham, que en último término es Jesús. En ese sentido, provee el marco para el desarrollo del ministerio redentor de Cristo, quien es el fin de la ley.

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