Un Pueblo Consolado:

En el sermón anterior pudimos observar como Juan vislumbra una respuesta a la pregunta ¿Quién puede mantenerse en pie? Esto en el contexto de la ira de Dios desplegada sobre los impíos. La respuesta es los 144.000 sellados quienes representan el ideal del pueblo de Dios durante todas épocas. El mensaje de los 144.000 llega en un momento de la narración del Apocalipsis en donde la ira de Dios es desarrollada en toda su dimensión y viene a consolar al pueblo de Dios, diciéndonos que estamos bajo la protección del altísimo. El Señor no vendrá hasta que el último de sus escogidos sea sellado por él, es decir, sea salvo por su Gracia. En esta segunda parte podemos observar que Juan descríbela totalidad del pasaje desde una perspectiva judía. El autor presenta su material en una forma al parecer repetitiva que tiene como fin poner de relieve un ideal del pueblo de Dios y una realidad del Pueblo de Dios.

  1. Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;

Tal cual observamos anteriormente, el capítulo 6 y 7 son un desglose de lo que el Señor nos muestra en Mateo 24. Cuando Juan nos dice que ve una gran multitud de toda nación podemos recordar como «Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin» (Mateo 24:14).

El Señor cumplirá su obra en medio de las naciones, él es Dios. El poder del evangelio es tal que no se limita al origen de nuestras nacionalidades para actuar en nuestras vidas, el Señor Jesús predico a judíos y gentiles, a pobres y ricos, esclavos y señores, todos con un denominador común: muertos en delitos y pecados, pero Dios que es rico en misericordia con su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)

Los santos van vestidos de blanco, lo cual es cumplimiento de la promesa de Jesús a la Iglesia en Sardis de que quienes sean fieles serán vestidos de blanco (3:4,5). El color blanco significa santidad. También a las almas debajo del altar se les dan ropas blancas (Apocalipsis 6:11; 4:4; 7:13). Estamos ante una escena del cielo delante el trono de Dios y del Cordero. Los santos llevan en la mano ramas de palma como signo de victoria. De los cuatro evangelistas sólo Juan menciona que en la entrada triunfal de Jesús el Domingo de Ramos, el pueblo tomó ramas de palma para darle la bienvenida. La frase ramas de palma sólo se utiliza dos veces en el Nuevo Testamento, aquí y en Juan 12:13.

Juan 12: 13 tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: !!Hosanna! !!Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!

La victoria es de Jesucristo, quien derrotó a Satanás, a la muerte y al sepulcro; el gozo es de los santos que celebran su triunfo. Están eternamente agradecidos por la redención que Cristo obtuvo para ellos, el Cordero, el León de la tribu de Jehová ha vencido y pueden estar en pie porque el Hijo fue tratado como un impío en la Cruz por nuestros pecados.

10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.

Los santos en el cielo entonan al unísono un cántico, aunque procedían de muchas naciones y hablaban lenguas diferentes. En el cielo ha concluido la confusión de Babel y todos los santos hablan la misma lengua, una misma cosa, todos están en un mismo sentir, y declaran la premisa de todo creyente que ha llegado a la presencia del Señor, que la Salvación es de él y nadie más, que solo por medio de Cristo hay salvación, que no hay otra salida, que no hay otro nombre en el cielo, en la tierra o debajo de ella en el cual podemos ser Salvos. Cristo es el camino, la verdad y la vida, solo un hombre, solo un Dios, muriendo y justificando a los pecadores. Esto es totalmente contrario a la pluralidad de caminos que hoy existen, el Cristianismo nos dice que la redención es exclusiva solo para los que creen en Jesús como su único Salvador y Señor, para aquello que ponen su Fe en lo que él hizo por nosotros, no aceptamos sincretismos, “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1Timoteo 2:5).

11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Es un canto muy similar al cantico del capítulo 5 que ya estudiamos y observamos como los atributos de Dios son puestos en relieve, las mismas loas que constantemente leemos en los Salmos y que ahora los Santos entonan en la presencia del Señor.

13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? 14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

Antes un anciano se dirigió a Juan para decirle que no llorara, porque el león de la tribu de Judá, la raíz de David, había triunfado (5:5). Ahora, por segunda vez, uno de ellos se acerca a Juan. El anciano le pregunta de dónde vienen los santos, vestidos de blanco. Esta pregunta no tiene como fin saber más sino mostrar un hecho. Resulta claro el nexo entre las dos intervenciones de ancianos que instruyen a Juan: en el primer caso, Juan temía que no se fuera a cumplir la redención del pueblo de Dios (Apocalipsis 5:4). Ahora, con la pregunta a Juan, el anciano apunta a la innumerable multitud vestida de blanco. Quiere que Juan reconozca que el león de Judá ha cumplido de hecho las promesas de salvación del Antiguo Testamento. El anciano representa a la iglesia en el cielo y desea que Juan vea la promesa y su cumplimiento. Los santos en túnicas blancas son en realidad el pueblo al que el Cordero compró con su sangre para Dios (5:9). El color blanco denota santidad y pureza, porque la sangre del Cordero limpió a los santos. Sus túnicas son más blancas que la nieve (Daniel 7:9).

Juan debería conocer la respuesta porque ya había sido testigo de la apertura del quinto sello, cuando los santos en el cielo recibieron vestiduras blancas (6:11). Con esta breve respuesta, Juan da a entender que el anciano es el que debería responder porque, como representante de la iglesia, sabe muy bien cuándo y de dónde han venido los santos. Juan puede sentirse perplejo cuando observa a la innumerable muchedumbre celestial. Sitúa la responsabilidad de la prueba en quien pregunta y lo obliga a responder. Remite al anciano, quien tiene la respuesta a su propia pregunta.

Es una expresión universal y colectiva que abarca a todos los santos de todas las épocas. Se incluye a todo el que ha experimentado el odio y la oposición del malvado. Las Escrituras enseñan que el pueblo de Dios de todo lugar y tiempo ha encontrado, encuentra y encontrará persecuciones, peligros y dificultades hasta el fin de los tiempos. Los santos del Antiguo Testamento sufrieron por la causa de su Dios; los cristianos en la iglesia primitiva sufrieron por la causa de Cristo; innumerables creyentes en los siglos dieciséis y diecisiete pasaron por persecuciones debido a su fe; y hoy más cristianos pierden la vida en persecuciones que en ninguna otra época. Todos estos santos han pasado por la gran tribulación.

Nótese que los santos debajo del altar reciben túnicas blancas (6:11), en tanto que aquí las blanquean. Cuando los pecadores confiesan sus pecados, Dios perdona a su pueblo, haciéndolo puro.

1 Juan 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

Es un pueblo que Dios mismo prepara para presentársela a si mismo sin arruga ni mancha, una novia perfecta porque Dios es perfecto y él acabará su obra en ella.

15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;

Su relación con Dios es la misma que hubo en el jardín del Edén cuando Dios caminaba y hablaba con Adán y Eva. Una vez al año el sumo sacerdote ingresaba a la sagrada presencia de Dios por unos momentos en el Día de Expiación, pero los santos moran en presencia de Dios no sólo unos minutos sino para siempre, en donde la fuente de energía ya no será el sol, ni los vientos, ni la fuerza maremotriz de los océanos, ni la electricidad, ya no habrá problemas energéticos, Dios será la fuente de todo, el Apocalipsis nos describe como los hombres serán quemados por él, aquí Dios será la fuente calórica, pero será de tal naturaleza que no nos quemará, sino que nos proporcionara una luz tal nunca vista. Veremos y experimentaremos cosas que Dios ha preparado de antemano por medio de Hijo para su Pueblo.

Con esto podemos recordar el Catecismo menor de Westminster  ¿Cuál es el fin principal del hombre? El fin principal del hombre es el de glorificar a Dios, y gozar de él para siempre. Otra pregunta ¿Querrá el hombre esto? Pues no. Sino que por el afecto de su voluntad él nos atrajo hacia él, nos amó, no por nuestras obras, las cuales son como trapo de inmundicia, sino porque él es bueno.

Salmo 86:9 Todas las naciones que hiciste vendrán y adorarán delante de ti, Señor, Y glorificarán tu nombre.

Es una enseñanza que impregna las Escrituras, desde Levítico hasta Apocalipsis: el deseo de Dios de morar con su pueblo y de que ellos lo reconozcan como su Dios. Nótese en los siguientes pasajes la repetición de la manera de expresar este deseo:

“Estableceré mi morada en medio de ustedes, y no los aborreceré. Caminaré entre ustedes. Yo seré su Dios, y ustedes serán mi pueblo” (Levítico 26:11–12).

“Y haré con ellos un pacto de paz. Será un pacto eterno.… colocaré mi santuario en medio de ellos. Habitaré entre ellos, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (Ezequiel 37:26–27).

“Los haré volver para que vivan en Jerusalén; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, en la verdad y en la justicia” (Zacarías 8:8).

17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.

La mente de Juan está puesta en las Escrituras del Antiguo Testamento, en particular el pasaje que habla de la restauración del pueblo de Dios. “No tendrán hambre ni sed, no los abatirá el sol ni el calor; porque los guiará quien les tiene compasión, y los conducirá junto a manantiales de agua” (Isaías 49:10). El pueblo de Dios conoció la privación de comida y agua cuando tuvieron que cruzar los desiertos que rodeaban a su tierra.

Este pasaje del Antiguo Testamento se refiere al regreso desde el cautiverio en Babilonia a la tierra de Israel. Dios dijo a su pueblo que no tendrían hambre ni sed. Les proporcionaría lo necesario para sus necesidades vitales en los oasis que les permitiría calmar el hambre y la sed. Ahí se podrían proteger del calor del sol y de los vientos abrasadores del desierto. Además, este pasaje, tomado de un capítulo que describe al Siervo del Señor, es decir, el Mesías, predice la restauración de Israel (Isaías 49). El Mesías sustentará al pueblo de Dios con bendiciones espirituales y materiales en esta vida y en la vida venidera. Estamos ante una descripción de sustento y solaz para todos los santos que ponen su confianza en Dios. Jesús dice: “Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados” (Mateo 5:6).

“Entonces les daré un pastor, mi siervo David, que las apacentará y será su único pastor” (Ezequiel 34:23). Jesús el buen pastor protege a sus ovejas del peligro de todo daño, las guía a verdes pastos, y encuentra para ellos manantiales de agua refrescante.

“Y las guiará a manantiales de agua viva”. El Cordero que ahora es el pastor guía a las ovejas a manantiales de agua viva. Las imágenes recuerdan claramente a la mujer samaritana que le pidió a Jesús agua viva para así no volver a tener sed y no tener que volver siempre al pozo de Jacob (Juan. 4:15). El agua simboliza la vida eterna (Isaías 55:1; Juan. 7:38, 39).

“Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos”. Si hay un texto en las Escrituras que consuele a los santos, es este versículo. En él nos encontramos con la ternura infinita de nuestro Dios, capaz de enjugar de nuestros ojos las lágrimas que nos producen el sufrimiento, la muerte y el dolor. Juan vuelve a citar al Antiguo Testamento, donde Dios dice a su pueblo que devorará a la muerte para siempre y enjugará las lágrimas de todo rostro (Isaías 25:8; Jeremías 31:16). Y en la visión que tiene Juan de la nueva Jerusalén, Dios mora con su pueblo y, como su Dios, enjuga toda lágrima de sus ojos. «Ya no habrá más muerte ni luto ni lágrimas ni dolor, porque el viejo orden de cosas ya ha concluido» (Apocalipsis 21:4). Se trata de la felicidad eterna que se puede describir sólo en imágenes tomadas de la escena terrenal; Dios inclinándose como un padre para enjugar lágrimas del rostro de sus hijos.

La última frase de este versículo es un cuadro de gozo y felicidad, de liberación de todo pecado y culpa, de salvación plena y gratuita. Es una escena de vida en el sentido más pleno de la palabra, estar para siempre en la presencia de nuestro Dios del pacto, quien mora en medio de los santos glorificados. Es el paraíso restaurado.

Si tuviéramos que hacer un cuadro comparativo de los capítulos 6 y 7 podríamos observar lo siguiente:

CAPÍTULO 6

CAPÍTULO 7
Guerra, hambre y muerte Paz, saciedad en Dios y vida eterna
Confusión Claridad y sabiduría de Dios
Al pueblo de Dios clamando por Justicia Al pueblo de Dios adorando al Padre porque la Salvación es de él
Terremotos, el ejercito del cielo es agitado No hay elementos, y no pueden haber terremotos, porque Dios es la fuente de todo
Reyes, grandes, ricos, capitanes, poderosos, siervos y libres escondiéndose de la ira de Dios

Vemos al pueblo de Dios ente su trono adorándole.

Gente que no se puede poner en pie ante la ira de Dios Un pueblo de Pie por la obra de Jesucristo en la Cruz

Jesús estuvo solo en aquella Cruz, pero nosotros lloramos y somos consolados por él, Jesús cargo solo el pecado de su pueblo, nosotros cargamos las vestiduras blancas que él nos ha dado, bendito intercambio, Cristo sufrió el calor de los azotes y el frío al estar sus heridas abiertas, nosotros disfrutamos del calor de su Amor, nuestro Señor tuvo sed y se le dio vinagre, se burlaron de él al ofrecérselo, y no fue satisfecha su sed, nosotros somos satisfechos en Cristo, él Señor fue enviado solo al desierto de la Cruz sin nadie a su lado, nosotros somos guiados por él, el Buen Pastor, él fue guiado a la Cruz, nosotros a fuentes de agua viva.

Esta es la gran realidad que nos muestra el Apocalipsis en este pasaje que Cristo: siendo rico se hizo pobre para darnos riqueza espiritual, siendo fuerte se hizo débil para darnos fortaleza estando en Gloria se hizo humilde para llevarnos a su Gloria, siendo Dios se hizo hombre para que participemos de su naturaleza, siendo pan, pasó hambre para alimentar nuestra hambre espiritual y siendo la fuente de agua tuvo sed para que los que le buscan no tengan sed JAMÁS.

Charles Spurgeon hablando de este pasaje dice lo siguiente:

¿Qué tal será nuestro estado cuando ya no habrá más llanto, ni clamor, ni dolor? Esto será más glorioso de lo que ahora podemos imaginarnos. ¡Ojos enrojecidos de tanto llorar, dejad vuestro llanto abrasador; dentro de poco tiempo no sabréis qué cosa sean las lágrimas! Nadie como Dios puede secar las lágrimas; para eso ha venido. “Por la tarde durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría”. ¡Ven, Señor, y no tardes, porque ahora todos tenemos que llorar! Hoy entenderé el valor de las lágrimas para poder comprender el valor que tiene al sentir que Dios enjugará las mías ahora y un día que vendrá. Lágrimas son las gotas de rocío que limpian los cristales del alma. La promesa de Dios es que un día ya no tendré que llorar pero mientras tanto las verteré para limpiar los ventanales del corazón. Señor, Gracias porque cuando ya mi alma no soporta el peso las fuentes de mi alma se abren como lluvia fresca para liberarme ante tu altar y tú las enjugas con tu mano de amor.

¿Cuántas veces hemos llorado por cosas que no valen la pena? ¿Y por la que valen la pena también? ¿Cuántas veces hemos llorado por causa del pecado? ¿Por causa de aquel pecado que no podemos desprendernos? ¿Por aquellas peticiones que no fueron concedidas como nosotros queríamos? ¿Cuántas veces lloramos por nuestras malas decisiones e imposibilidades? Dios nos consolará hermanos, realmente nuestra mente, nuestra forma de pensar será transformada, nuestro sentir soló será adorar a nuestro Dios porque él es Digno. José será consolado, Jeremías, Noé, Job, Esteban, Pedro, Pablo, Dietrich Bonhofer, John Huss, tu y yo, estaremos junto a los Santos, y el Cordero será nuestro Pastor, y nos llevará a aguas que nos saciarán, no habrán más Pastores corruptos que se adueñan del rebaño, sino que tendremos un Pastor perfecto.

Cuando leemos estos pasajes pensamos que Cristo aun no es nuestro Pastor, no podemos estar más equivocados, en Isaías podemos ver lo siguiente:

Isaías 58:11 Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan.

Nuestro Señor, ahora nos pastorea, ayer y siempre, hoy nos lleva a aguas, a manantiales, hoy él nos sacia, es un ahora, un presente continuo y una eternidad perfecta en Cristo. Cuando leemos el Salmo 23 y nos jactamos de que el Señor es nuestro Pastor ¿Experimentamos esa realidad? Que realmente aunque andemos en valles de sombra de muerte él nos infunde aliento, nuestro Dios no esta lejos, el nos llama a acercarnos a él y volver a sus pies de Amor.