Por Álex Figueroa
«9 Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. 10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta, 11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea» (Ap. 1:9-10)
El domingo anterior comenzamos con esta nueva serie, “Apocalipsis, el mensaje del Señor a las Iglesias”. Allí hablamos sobre la necesidad de realizar mensajes introductorios al libro de Apocalipsis, debido a la dificultad natural que presenta el género literario en el que está escrito, a las frecuentes malinterpretaciones sobre lo que dice, y a la gran cantidad de polémicas que existen sobre su contenido.
Dijimos que, tal como dice el libro en su inicio, es una revelación de Dios a través de Jesucristo, manifestada a Juan para que éste la transmitiera a la Iglesia. Se dice que quien oye y lee las palabras de esta profecía, que el tiempo está cerca, y que se trata de un mensaje que se entrega a siete iglesias de Asia Menor, que figurativamente representan a todas las iglesias, en todo tiempo y lugar.
Por lo mismo, al ser un libro inspirado, dijimos que no debemos acercarnos a él con morbo sensacionalista, ni con una disposición esotérica de encontrar en él oráculos o designios que aterroricen a los cristianos, ni tampoco debemos estudiarlo para lucir nuestro conocimiento personal y nuestra capacidad para entender cosas que otros no pueden.
Sostuvimos que Apocalipsis no es una cronología exacta de los hechos que ocurrirán, ni un relato detallado de acontecimientos al estilo de la crónica de un diario o un reportaje. Lo que hace es revelar un gran cuadro en el que Cristo y Satanás se enfrentan, pero no como dos fuerzas iguales, sino que en todo momento mostrando a Cristo como el seguro vencedor, como el Rey victorioso. De este gran cuadro, se desprenden escenas, pero todas esas escenas deben apreciarse como formando parte de este gran cuadro, de otra manera se perderá todo el sentido de lo que dicen.
Dijimos que este libro se encuentra escrito en un género literario distinto a las epístolas y los evangelios, que es el género apocalíptico. En este género se utilizan símbolos, imágenes, figuras que no deben ser tomadas literalmente, sino que apuntan a otro significado. Hicimos la prevención de que no todo lo escrito en Apocalipsis se trata de un símbolo, pero que debe interpretarse cuidadosamente el texto a la luz de su contexto y teniendo en cuenta todo el resto de las Escrituras, para determinar qué es simbólico y qué es literal.
Nos referimos al uso especial que se hace de los números, de los énfasis, de las repeticiones y los contrastes, del uso de elementos de la naturaleza y de nombres de la Biblia tomados como representativos de una verdad. Todo lo anterior se debe tomar en cuenta a la hora de leer el Apocalipsis, ya que si no se interpreta con esto en vista, se llegará a un puerto muy distinto de aquel al que nos quiere llevar el libro.
Vimos que el libro está repleto de alusiones al Antiguo Testamento, del cual toma la mayoría de sus figuras, y que también alude frecuentemente a los libros del Nuevo Testamento. Pudimos apreciar que el Apocalipsis está entrelazado con todo el resto de las Escrituras, que es la conclusión lógica de ellas.
También nos referimos brevemente a los distintos métodos de interpretación del Apocalipsis, distinguiendo 4 grandes corrientes representativas: la preterista, la historicista, la futurista y la idealista.
Dijimos que según esta última escuela, la Idealista, el Apocalipsis es un libro lleno de principios que contrapone la victoria de Cristo y su pueblo con la derrota de Satanás y aquellos que lo han seguido. Ve al Apocalipsis no como una simple historia de eventos que ocurrieron en el pasado, ni como una mera profecía de eventos futuros, sino como un libro que llena al pueblo de Dios de consuelo y motivación para perseverar hasta el fin, siendo aplicable a los cristianos de todas las generaciones y de cualquier lugar geográfico; sabiendo que el triunfo ya ha sido garantizado y anunciado.
Lo que importa de acuerdo a esta corriente no es saber el tiempo cronológico de los acontecimientos, sino los principios permanentes que nos permiten enfrentar cualquier situación de acuerdo a la Palabra de Dios, siendo un mensaje universal y permanente.
Vimos que en el Apocalipsis se dan ciclos paralelos que nos hablan de eventos que ocurren en el mismo espacio de tiempo, pero relatados desde distintas perspectivas y con distintos énfasis.
En eso nos detendremos mayormente en esta oportunidad, revisando brevemente lo que cada ciclo nos muestra.
Ciclos en el Apocalipsis
Nota: Para el desarrollo de este segmento tuve muy en cuenta el estudio introductorio al Apocalipsis del pastor Thomas Montgomery, y el estudio “Apocalipsis, una visión panorámica” del Dr. Fernando Saraví.
El Apocalipsis contiene 7 ciclos paralelos, en donde cada uno comienza luego de la obra de Cristo en la tierra, y termina con la consumación final. Estas secciones reiteran ciertos conceptos centrales, recapitulando una y otra vez, con ópticas y énfasis cambiantes.
1er Ciclo: Caps. 1 al 3. “Cristo y sus Iglesias”
Se trata de un ciclo que abraca desde el principio hasta el fin. Se muestra a Cristo glorificado, en medio de las iglesias, sosteniendo en su diestra a los ángeles de las iglesias. En los vv. 4-8 se realiza un preámbulo con resonancias trinitarias, y luego en los vv. 13-17 se nos presenta a un Cristo glorioso vestido como Sacerdote y Rey.
Es necesario recalcar que aunque las siete iglesias solo aparecen mencionadas en esta sección, todo el libro del Apocalipsis está dirigido a ellas (1:10-11, 19).
Juan se identifica con los destinatarios (v. 9).
Cristo salta desde el presente hasta el día final, ya que habla a cada una de las 7 iglesias en la situación en la que se encontraban, pero cada mensaje contiene una referencia al fin de los tiempos. Además, la advertencia sobre los días finales que se entrega a cada iglesia no está destinada solo a ellas en particular, sino que se invita a todos a escucharla. Veamos:
• Éfeso: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios» (2:7). • Esmirna: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte» (2:11). • Pérgamo: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe» (2:17). • Tiatira: «No os impondré otra carga; 25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. 26 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, 27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; 28 y le daré la estrella de la mañana. 29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (2:24-29). • Sardis: «5 El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. 6 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (3:5-6). • Filadelfia: «11 He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. 12 Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. 13 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (3:11-13). • Laodicea: «21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. 22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (3:21-22).
Como puede apreciarse, este ciclo abarca un período que va desde los tiempos de Juan hasta los últimos días, y las advertencias que leímos son evidencia concluyente que los mensajes son dirigidos a todas las iglesias, en todo tiempo y lugar, representadas en estas siete.
Da un mensaje específico para cada una (caps. 1-3), y otro general que está dirigido a todas ellas (caps. 4-22).
2do Ciclo: Caps. 4-7, “Visión de Dios, el Cordero y el Libro, el Pueblo de Dios”
Este segundo ciclo comienza en el cap. 4 con una visión del Trono de Dios y la adoración en el Cielo. Luego, en el cap. 5, se describe la visión del rollo con siete sellos que Dios sostiene en su diestra, que contiene el plan de Dios para el hombre y la creación. Nadie fue encontrado digno de abrir los sellos, salvo Cristo, quien tomó el libro de la mano del Padre, mientras es alabado con un cántico nuevo por millones de millones.
El cap. 6 nos muestra la apertura de los sellos, donde los cuatro primeros corresponden a los famosos 4 jinetes del Apocalipsis, los que representan las calamidades causadas por el hombre. El jinete del caballo blanco, las guerras de conquista, el de caballo rojo, las matanzas, el de caballo negro, el hambre y la escasez, y el cuarto, el jinete de caballo amarillo, la muerte.
El quinto sello (6:9 y ss) nos muestra que las almas de los creyentes muertos están seguras bajo el altar en el Cielo, pero claman por justicia por lo que ha sucedido y sigue sucediendo en la tierra. Dios las consuela y las viste con la justicia de Cristo (ropa blanca).
El sexto sello (6:12 y ss) nos muestra una descripción del fin del mundo, donde toda la creación es llevada a su fin y los hombres se enfrentan a la ira del Cordero. De este episodio habló Cristo en su discurso en el Monte de los Olivos (Mt. 24:29-31).
Después de esto hay una pausa en el cap. 7, donde no se abre el séptimo sello, sino que los ángeles detienen las calamidades para que los siervos de Dios puedan ser sellados. Por esta acción, el Señor los marca como Su propiedad y los protege.
En la tierra, la Iglesia se representa con los 144.000 sellados, número simbólico que representa perfección y plenitud. Se describen como un ejército listo para la batalla, tal como ocurre en libros como Éxodo o Números. Se describe también lo que ocurre en el Cielo, donde una inmensa multitud de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas alaban al Señor.
v. 14, son los que han salido de la gran tribulación, y el v. 9 dice que son de todo pueblo y nación, lo que nos lleva a descartar que sólo Israel pase por la gran tribulación, como enseñan muchos hoy.
3er Ciclo: caps. 8-11, “Las siete trompetas”
El séptimo sello trae un intervalo expectante de silencio (8:1), y es una transición hacia un nuevo segmento de visiones. Se habla también del efecto poderoso de las oraciones de los santos (vv. 2-5), es decir, de los creyentes.
Vemos que los efectos de las trompetas son devastadores (8:6 y ss.), pero no destruyen totalmente la tierra, probablemente porque su objetivo era mover a los hombres al arrepentimiento (9:20), pero finalmente no se arrepintieron sino que permanecieron en sus pecados.
Antes de la séptima trompeta, el cap. 10 nos habla de la intervención de un ángel gigantesco, que es una muestra más de la misericordia de Dios hacia los hombres, a quienes llama al arrepentimiento, con lo que muestra que la puerta de la gracia aún no está cerrada definitivamente. Sin embargo, el 10:7 nos dice que cuando se toque la séptima trompeta, todo se consumará. Pero ¿No había sido ya consumado en el cap. 6? Aquí vemos que este 3er ciclo es paralelo, y recapitula hacia un momento anterior al relatado al final del cap. 6.
Luego se pide a Juan que coma el libro que está en las manos del ángel, el que era dulce pero también amargo, lo que nos habla de los dos filos de la Palabra: dulce para los que aceptan el mensaje de salvación, y amargo para quienes persisten en su rebeldía.
El cap. 11 comienza aludiendo al templo de Dios, y luego a los dos testigos, ambas referencias a la Iglesia, la Comunidad de Creyentes en la tierra. Cuando estos testigos han terminado de dar su testimonio, la bestia que sube del abismo, que es mencionada por primera vez, luchará contra ellos y los matará. Luego son resucitados por Dios, y con su obra de testimonio, muerte y resurrección, logran que algunos se conviertan mientras que otros perecieron (vv. 13-14).
Lo anterior nos habla del papel central del testimonio y del sufrimiento de los creyentes en el plan de salvación de Dios para la historia humana.
El 11:15 y ss es una descripción del fin del mundo nuevamente, pero desde otra óptica, donde los reinos de la tierra son entregados a Cristo, y su Reino se establece material y definitivamente, para siempre. Nuevamente se nos habla también de la manifestación de la ira de Dios (vv. 18-19).
4to ciclo: caps. 12-14, “La mujer, el dragón y las bestias”
El cap. 12 comienza con la visión de dos grandes señales en el cielo: una mujer y un dragón escarlata. La primera tiene atributos celestiales y de la realeza, pero está sufriendo y por dar a luz. Es una figura del pueblo de Dios, la comunidad de redimidos, heredera de las promesas eternas.
El segundo es el dragón, que persigue a la mujer y quiere destruir a su hijo. Sin embargo, su plan se frustra porque el hijo es llevado al Cielo con Dios (v. 5). Este versículo nos relata la victoria de Cristo.
Luego se nos habla de la expulsión del dragón, que es el diablo, desde el cielo; lo que consuma su derrota. Se relata que el dragón prosigue con su obra enfurecido contra la mujer y su descendencia, sabiendo que su expulsión del Cielo anuncia su derrota final y definitiva (v. 17).
Después el cap. 13 nos habla del ascenso de la bestia desde el mar, que es una parodia de Cristo e imita su resurrección (13:3). Se le permitió luchar contra los santos y vencerlos, teniendo una autoridad mundial (v. 7). Juan alienta a los creyentes exhortándolos a la paciencia y la fe (v. 7).
13:11 Relata el ascenso de una segunda bestia, pero que sube de la tierra, que luego es identificada como el falso profeta, que parece cordero pero habla como dragón. Su función es hacer que todos los habitantes de la tierra adoren a la bestia que salió del mar, esa que imita a Cristo, y logra esto por medio de señales y prodigios engañosos.
El dragón, la bestia y el falso profeta completan la trinidad diabólica, que es una imitación de la Trinidad Divina. El dragón parodia al Padre, la bestia imita a Cristo, y el falso profeta falsifica al Espíritu Santo.
Para continuar con la falsificación, el 13:16 nos habla de la marca de la bestia, que imita al sello que Dios puso sobre sus hijos, como vimos en el cap. 7. Como ya dijimos, este número de la bestia no debe interpretarse literalmente como algo que dirá “666”, sino que hace referencia a la consumación de toda la maldad y la imperfección del hombre.
El cap. 14 comienza con un interludio en la que los 144.000 sellados alaban a Dios y se muestra cómo perseveran en la fe y siguen al Cordero.
Luego, desde el v. 6 en adelante, se relata la predicación del Evangelio previa al juicio de Dios, en los que tres ángeles proclaman anuncios divinos a los habitantes de la tierra. Sabemos que es una recapitulación, porque nuevamente predican que todavía es posible arrepentirse y aceptar el mensaje del evangelio. Se proclama la caída de la gran Babilonia, y se habla del castigo definitivo de quienes adoraron a la bestia y su imagen.
La contrapartida es la bienaventuranza de los santos (vv. 12-13).
Luego, desde el v. 14 en adelante, se habla de la cosecha (siega) final, que es una alusión al momento de la parusía o venida de Cristo, y del juicio que tendrá lugar en ese momento. Una vez más, este capítulo termina con el juicio de Dios.
Si siguiéramos un criterio cronológico, a estas alturas el mundo se habría acabado por lo menos tres veces. Pero vemos que nuevamente se produce una recapitulación.
5to ciclo: caps. 15-16, “Las siete copas de la ira de Dios”
En el cap. 15 Juan nos lleva nuevamente a lo que pasa en el Cielo, en donde siete ángeles tenían siete plagas finales que consuman la ira de Dios. Pero antes de que esto ocurra, Juan habla de una visión en la que los redimidos adoran a Dios en el Cielo, cantando el cántico de Moisés y del Cordero.
El cap. 16 comienza con la señal dada desde el Templo de derramar las siete copas de la ira de Dios sobre la tierra. Estas copas tienen efectos generalizados sobre toda la tierra, y son devastadores. Antes de la última copa, Cristo advierte que vendrá de manera sorpresiva, y llama bienaventurado al que vela por ese momento (v. 15).
Luego, con la séptima copa, se declara «hecho está» (v. 17). Después, en los versículos siguientes se relata nuevamente el fin del mundo, describiéndose eventos que ya se habían mencionado con anterioridad. Se demuestra una vez más el desarrollo paralelo de los acontecimientos.
6to ciclo: caps. 17-19, “El juicio de Babilonia, las bodas del Cordero y la Parusía”
El cap. 17 comienza con el juicio a la gran ramera. De su descripción (vv. 1-5) concluimos que tal como hay una trinidad diabólica que parodia a la Trinidad Divina, también hay una versión diabólica de la Nueva Jerusalén, una falsificación de la Iglesia de Dios. Mientras la Iglesia es una novia pura y sin mancha, Babilonia se presenta como una prostituta sanguinaria.
Se dan cuatro características: i) cabalga sobre la bestia, ii) tiene una copa llena de la inmundicia de su pecado y está vestida lujosamente, iii) lleva el nombre de Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra, y iv) está ebria de la sangre de los santos y mártires de Jesús.
Se nos dice que la bestia tiene 10 reyes aliados, los que luego la desolarán y aborrecerán. Esto nos habla de la naturaleza autodestructiva del mal. Son a la vez enemigos del Cordero, pero el Cordero los vencerá (v. 14).
El cap. 18 se dedica a relatar la destrucción de Babilonia. Debemos apreciar que hay una Babilonia religiosa, que es la religión falsa en su conjunto, incluyendo las denominaciones cristianas falsas y las sectas. Usa la mentira religiosa para engañar y atraer. Pero también hay una Babilonia comercial o material, que usa la soberbia, la vanagloria de la vida y los deseos de los ojos para atraer y engañar a los hombres.
El juicio sobre la ciudad es irreversible, por lo que se llama a los creyentes a salir de ella, y el juicio cae sobre ella como si la ciudad representara toda la maldad causada por una sociedad lujuriosa, corrupta y profundamente injusta desde la caída del hombre (18:20, 24).
En el Cielo hay alegría por su caída, mientras en la tierra hay lamento y desolación.
El cap. 19 termina con las alabanzas en el Cielo hechas por el pueblo de Dios, y el v. 8 nos muestra a la novia alistándose para las bodas del Cordero.
Desde el v. 11, se nos muestra a Cristo viniendo desde el Cielo montando un caballo blanco, desde donde sale para su victoria final (vv. 15-16).
Se nos muestra nuevamente el juicio final, pero esta vez desde la perspectiva de una victoria aplastante sobre el enemigo, invitando a las aves a comer los cadáveres de los vencidos (vv. 17-19).
19:20-21 Nos habla del apresamiento de la bestia y el falso profeta, y su castigo en el lago de fuego.
7mo ciclo: caps. 20-22 “El reino de mil años, el juicio y la eternidad”
El cap. 20 comienza con la descripción del encarcelamiento de Satanás, lo que dura mil años, lo mismo que el reinado de los que son de Cristo. Este es de los pasajes más polémicos de la Biblia. No podemos entrar en la discusión ahora. Baste decir que los que son de Cristo reinan con Él, y que los mil años son simbólicos, de acuerdo a la estructura del libro y a que nunca se menciona este período en otro lugar de la Biblia. Los pasajes confusos deben ser interpretados a la luz de los claros.
Al fin de los mil años, Satanás es soltado y reúne su ejército para hacer guerra contra el Cordero, pero esto ya había sido relatado en los capítulos anteriores, en donde se aseguró la victoria de Cristo. No se trata de una nueva batalla, pero sí de una nueva perspectiva sobre ese enfrentamiento final, lo que termina con el lanzamiento del diablo al lago de fuego y azufre (v. 10).
Desde el v. 11 se relata el juicio del gran Trono Blanco, ante el cual comparecen todos los seres humanos de la historia.
Los caps. 21 y 22 hablan del Cielo Nuevo y Tierra Nueva, de la restauración definitiva de todas las cosas y el asentamiento permanente del Reino de Dios. Es la victoria final de Cristo sobre sus enemigos y su reinado en gloria con aquellos que fueron redimidos. Se muestra a la nueva Jerusalén descendiendo del Cielo y asentándose sobre la tierra (v. 9 y ss).
vv. 22-27: todo en ella es majestuoso, bellísimo, perfecto, excelente. Es la Ciudad de Dios. El libro termina una vez más con el final, pero esta vez desde la perspectiva de la glorificación y de la redención total del pueblo de Dios.
El libro termina repitiendo la bienaventuranza del comienzo para quienes oyen la palabra de esta profecía, anunciando nuevamente la venida de Cristo. La Iglesia y el Espíritu claman por su venida, y el libro termina con una oración rogando por su retorno.
Reflexión Final
Apocalipsis no proporciona un bosquejo cronológico del futuro. Habrá un cumplimiento final de todas las cosas, pero ocurren sucesos a lo largo de la historia que sirven de anuncios, que nos obligan a enfrentar el fin antes del fin (Thomas Montgomery).
Nos habla de cómo debemos reaccionar, y de cómo reaccionará la mayoría ante estos eventos. En este sentido, nos hace advertencias solemnes, al anunciar que la historia terminará de forma horrible para quienes no creen en Dios, pero gloriosa para quienes se rindieron ante el Cristo Rey.
El libro nos habla de Cristo y su papel en la historia, de Cristo y sus iglesias, de su presencia en medio de ellas, de su victoria por medio de su iglesia militante, de la iglesia sacudida pero con una victoria asegurada, de la iglesia preservada, perfeccionada y santificada a través de los eventos finales. Nos habla del papel crucial de la iglesia en el mundo, más importante que el de cualquier nación, por más poderosa que fuere.
Nos dice que el Reino de Dios se establecerá a través de un conflicto terrible, lo que se refleja a lo largo del libro. Este conflicto en su dimensión espiritual siempre es el mismo, aunque varía en las tácticas que se utilizan y en los personajes que se mencionan.
El diablo no se cansa de atacar a la Iglesia, la asedia sin tregua, sabiendo que es la administradora de los asuntos del reino de Dios en la tierra y la portadora de las llaves de ese reino.
En suma, es una revelación de Dios dada para consolar a los creyentes en sus luchas. Habla de la soberanía, el poder, el dominio indiscutido y la omnipotencia de Dios, dejando claro que Cristo sigue gobernando sobre el mundo para beneficio de las iglesias. Todas las cosas están bajo su control y se dirigen al fin que Él ya ha dispuesto de antemano.
Nos llama a la paciencia, la perseverancia, la esperanza y la fe; a comportarnos como es digno del llamamiento que hemos recibido, a vernos como soldados que deben cumplir fielmente su llamado, y como el pueblo de Dios que será llevado a la victoria por su Rey que no tarda en venir a sellar su conquista final.
¿Cuál será tu fin? Tú y yo estamos en el Apocalipsis. Tú, yo, y toda persona en esta tierra aparece en este libro. Tu fin lo estás construyendo hoy. ¿Serás de los que llevan la marca de la bestia, o de los que son sellados por Dios? ¿Serás de los arrojados al lago de fuego, o de los que reinen con Cristo para siempre en la gloria? ¿Serás parte del glorioso ejército vencedor o de aquellos cuerpos comidos por las aves carroñeras? ¿Serás de los que querrán que los montes los aplasten para esconderse de Cristo, o de aquellos recibidos por Él en la gloria?
«12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. 13 Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. 14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. 15 Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira. 16 Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. 17 Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente... 20 El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. 21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén» (Ap. 22:12-17, 20-21)