Jael: La aplastante victoria del Señor (Jue.4:10-24)

El 18 de Junio de 1815 se libró la batalla de Waterloo donde el ejército Francés con 73.000 soldados comandado por Napoleón Bonaparte se enfrentó al ejército aliado compuesto por fuerzas británicas, neerlandesas y prusianos, unos 118.000 en total, quienes fueron guiados por el Duque de Wellington y Von Blücher. Este enfrentamiento era crucial, su resultado marcaría el destino de Europa. Si Napoleón conquistaba Bruselas, la capital de Bélgica, se posicionaría en el corazón del continente acrecentado su amenaza en toda la región. Napoleón no había tenido grandes adversarios, a excepción de Wellington que se había convertido en un problema para el emperador. Inesperadamente, el día anterior a la batalla llovió, afectando “los carros de hierro de Napoleón”, toda su artillería. A medida que avanzaba la batalla los prusianos empezaron a presionar y Napoleón lanzo un ataque masivo, el cual fue resistido por la coalición. La moral francesa comenzó a decaer y terminaron rodeados. Al final del día los franceses terminaron huyendo y Napoleón fue exiliado. Al ser grandes estrategas, Napoleón y Wellington, se esperaba una batalla reñida y de largo aliento, pero termino siendo una victoria aplastante para los aliados. Pero no todas las victorias aplastantes tienen el mismo fulgor. La victoria de Wellington fue posible porque la coalición tenía muchos más hombres que Napoleón, contaron con la lluvia a su favor, la cual afecto la artillería Francesa, fundamental en el ejército Napoleónico, en contraste, la victoria aplastante de Israel en el monte Tabor brilla aún más que la de Waterloo, porque Israel tiene mucho menos recursos, brilla mucho más porque la victoria vino de mano de un simple martillo y una estaca, brilla mucho más porque el Señor dio la victoria.     

1.Victoria aplastante en el Monte Tabor (vv.10-16)

Como vimos la semana anterior el v.10 nos está preparando para la batalla. Observamos a Barac, Débora y los diez mil de Zabulón y Neftalí subiendo al Monte Tabor. En el v.12 dan aviso de esto a Sísara. Ambas escenas son de un estilo muy de cine bélico. Podemos visualizar los preparativos de ambos bandos con música estridente, pero entre medio emerge el v.11 que parece un paréntesis totalmente anticlimático a los que está a punto de suceder: “Y Heber ceneo, se había separado de los ceneos, de los hijos de Hobab, suegro de Moisés (v.11). ¿Por qué el autor de Jueces introduce esto a la narración? Porque nos está dando información valiosa para comprender el final del conflicto, donde Heber y su esposa Jael jugaran un rol fundamental. Heber Ceneo es descendiente del suegro de Moisés y representa a aquellos gentiles que subieron con Israel a la conquista de Canaán (Jue.1:16), mostrándonos nuevamente que la historia de la redención siempre incluyo a otras naciones. Pero Heber se separó de su pueblo: “plantó su tienda cerca de la encina en Zaanaim, que está junto a Cedes” (v.11). Es el lugar donde providencialmente se va a desarrollar la batalla. El v.17 dice que: “había paz entre Jabín y el Ceneo”. Quizás esta es la razón por la cual Heber se separó de los suyos: porque tuvo alianzas con el rey cananeo”, lo cual estaba prohibido para los Israelitas (Jos.17:18) y los ceneos estaban unidos a ellos (Jue.1:16). Heber era un hombre que vivía “entre aguas”, es una especie de Lot en esta historia, relacionándose con ambos bandos, e inesperadamente, Dios usará esta alianza para atraer a Sísara a su fin.

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Sísara no se reserva nada para la batalla. Llevan los novecientos carros de hierro, y notemos esto: llevo a todo el pueblo que estaba con él” (v.13). Es verdad que Jabín no se presenta cara a cara en este conflicto, pero todo su robusto despliegue armamentístico lo representa de forma muy visible: su dictadura es IMPONENTE Y CRUEL. Todas las probabilidades están en contra de Israel. Barac, Débora y sus hombres están en el monte Tabor, siendo acosados y sitiados por una potencia mundial. La mejor estrategia sería esperar en el monte y pelear a la defensiva. Bajar a la llanura significaba exponerse al entorno donde mejor rendimiento tienen los carros de hierro. Sería una locura descender, pero Débora dijo a Barac: ¡Levántate!, porque este es el día en que el SEÑOR ha entregado a Sísara en tus manosel SEÑOR ha salido delante de ti. Y bajó Barac junto a sus hombres…” (v.14). De forma improbable, Débora le pide a Barac lo que a todas luces parece un suicidio, pero en esta ocasión Barac no vacila ni pone condiciones, obedece inmediatamente, su fe ha sido perfeccionada, sabe que va acompañado, sabe que cuenta con la presencia de Dios en Su favor: “el Señor ha salido delante de ti; va delante como poderoso gigante (Jer.20:11). Barac se comporta varonilmente, porque es la presencia de Dios que le ha empujado a bajar a la batalla. Si en el pasado no obedeciste a la voz del Señor, al igual que Barac, hoy puedes comportarte valientemente, no por tus fuerzas y recursos, sino porque tu confianza puesta en las promesas del Señor, quien prometió estar con nosotros todos los días (Mt.28:20).

¿Por qué Dios llevó a Israel a una situación tan extrema en el monte Tabor? Porque la guerra fue el método establecido por Dios para que ellos fueran probados (Jue.3:1-5). Los probó en el desierto, pudiendo haberlos trasladado rápidamente a Canaán, y durante el período de los jueces él podía expulsar inmediatamente a los cananeos. ¿Por qué sufrir situaciones tan apremiantes? ¿Para probar nuestra resiliencia? Absolutamente NO, es para forjar a un pueblo dependiente de él por medio de la fe. Para quitar toda confianza en ellos mismos y en sus recursos. Es que solo en medio de nuestras pruebas podemos conocer quien es verdaderamente Dios. Ahí conocemos sus atributos: su bondad, paciencia, misericordia, gracia y poder. Eso fue lo que le paso a Job, en medio de la prueba se convirtió en un testigo de la gracia y concluyo su experiencia diciendo: “Ahora mis ojos te ven” (Job.42:5).

Israel obtuvo una victoria aplastante y persiguió a los cananeos a filo de espada, solo uno logró huir: Sísara (v.15-16). Dios bajó a la batalla e intervino, pero exactamente ¿qué sucedió? Jue.5:20-21 nos aclara más su intervención: Desde los cielos las estrellas pelearon, desde sus órbitas pelearon contra Sísara. El torrente Cisón los barrió...”. Dios envió una gran tormenta; relámpagos, lluvia torrencial y granizo. Curiosamente Barac significa “rayo”, el Señor envió su rayo a pelear con Jabín desde el cielo y la tierra. El Dios guerrero estaba peleando a favor de Israel: “en el torbellino y la tempestad está su camino” (Nah.1:3). El río Cisón que normalmente tiene un caudal pequeño, se desbordo. Y ¿Qué pasó? Los novecientos carros de hierro quedaron varados en el lodo, al igual la artillería de Napoleón en Waterloo. Los cananeos se llenaron de pánico, terror y confusión (Dt.7:23). Intentaron escapar, pero no pudieron: la ira de Dios estaba sobre ellos. Al igual que el Mar Rojo paso sobre Faraón y los egipcios, el torrente de Cisón fue la tumba de los cananeos. Como se aprecia en el texto (Jue.5:20-21) este conflicto no solo era físico y militar, sino espiritual, era la batalla de dos simientes, la de la mujer y la serpiente. Era la batalla de un Dios verdadero con uno falso. Baal, era el dios cananeo de las tormentas. Pero quien demostró ser el soberano sobre las tormentas fue Jehová, quien tiene infinitos recursos y creatividad para salvar a Su pueblo, mientras al mismo tiempo ridiculiza a sus enemigos. Años más tarde Dios volvería a derrotar a Baal en el mismo lugar. Elías degollaría a los profetas de Baal en el torrente de Cisón (1 Re.18:40).

Ese Dios de la tormenta sigue siendo el mismo ayer, hoy y por los siglos (Heb.13:8). Su poder sigue siendo el mismo y tiene la misma disposición a salvar. Cuando observamos la liberación del Éxodo y del Monte Tabor; quedamos asombrados, pero ese asombro no se debe quedar en las obras pasadas, el Dios del Éxodo está con nosotros y nos dice: He aquí, hago algo nuevo, ahora acontece; ¿no lo percibís? Aún en los desiertos haré camino y ríos en el yermo (Is.43:19). Aunque las situaciones, pruebas y angustias sean complejas el Dios que hizo maravillas puede volver a hacer grandes cosas y rescatarte sea cual sea tu situación, sea cual sea el asedio de los enemigos, él te vuelve a decir: “No temas, yo estoy contigo”. Y si Dios es por nosotros ¿Quién contra nosotros? (Ro.8:31).

2.Victoria aplastante en la tienda de Jael (vv.17-21)

Sísara ha huido y “casualmente” llega a la tienda de Jael, esposa del Ceneo quien tiene buena relación con Jabín. Nuevamente nos introducimos a una narración muy similar a la que tuvimos en la historia de Aod, llena de detalles, es íntima, sin testigos y con un crudo desenlace, de hecho la debacle de Sísara es más brutal que el de Eglón. Al igual que con Aod, no sabemos si Jael planifico todo esto, pero si sabemos que el Señor está detrás de escena. Es necesario repetir que no debemos aprobar la mentira y el engaño envuelta toda historia, Jael es responsable de sus actos, pero Dios encauso todas las cosas para Su Gloria y el beneficio de su pueblo.

Jael sale al encuentro de Sísara y con suma hospitalidad lo invita a su tienda: “Ven, señor mío, ven a mí, no temas (v.18). Cautivado por la gentileza, amabilidad y respeto a su autoridad, Sísara entro a su propia tumba. Recordemos que Aod no supuso ninguna amenaza para el rey Eglón, de la misma forma, Jael no es una amenaza para el comandante cananeo. Sísara entra a la tienda y Jael lo cubrió con una manta. Sin duda, el escenario se torna familiar a otro evento similar, pero con propósitos muy diferentes. En libro de Rut capítulo 3, Rut la viuda, va al campo de Booz tras la provisión del Señor amparada en la ley del levirato y le pide a Booz que extienda su manto sobre ella pidiéndole que le brinde seguridad y refugio. Aquí la situación es similar, pero a la inversa, ahora es una mujer, Jael, la que cubre con una manta a un hombre para protegerlo y darle descanso, pero la historia dará un vuelco total: “Ese manto lo cubrió de muerte. Sísara ha llegado exhausto, quizás jadeando a la tienda de Jael, por lo que le solicita agua, pero ella le da algo mucho mejor: leche. En Jue.5:25 dice que le dio esa leche en taza de nobles, es decir, ella continuo confirmando que lo reconocía como una autoridad en su casa. Sísara hace una última petición. Le pide a Jael que resguarde la tienda, y si es preciso, que mienta negando que haya alguien dentro de la tienda caso de que alguien pregunte. La semana anterior hablábamos que Débora se levantó como una madre en Israel para nutrir, proteger y consolar a su pueblo. Irónicamente, eso es lo que ha hecho Jael con Sísara: lo ha nutrido, protegido y consolado en medio de una aplastante derrota. El huésped aparentemente está protegido por las leyes de la hospitalidad. Sin embargo, surge un “pero que cambiara el sentido de la historia: “Pero Jael, mujer de Heber, tomó una estaca de la tienda y tomando en la mano un martillo, se le acercó silenciosamente y le clavó la estaca en las sienes, la cual penetró en la tierra, pues él estaba profundamente dormido y agotado, y murió (v.21). En este tiempo las mujeres eran las encargadas de instalar las tiendas, por lo que ella debía conocer muy bien cómo usar el martillo y la estaca, con suma habilidad tomo la cabeza de Sísara sin que él lo note, Sísara un comandante de guerra y en muchas ocasiones debió dormitar estando alerta a los peligros, pero esta vez está profundamente agotado y dormido, muere de forma infame en manos de Jael, su cabeza fue traspasada. La victoria en la tienda es aplastante en todos los niveles: física, militar, social y espiritualmente.

El método de Jael es mucho más sofisticado y sigiloso que el de Aod. Mató a Sísara astutamente, exactamente como una mujer lo haría, sin fuerza bruta ni armas sofisticadas, usó la persuasión. Siendo Jael un “vaso frágil” (1 Pe.3:7) puso en total fragilidad a Sísara. Ella en este refinado plan se expuso a sí misma, estaba recibiendo en su tienda a un cruel comandante, con una estampa que a cualquiera atemorizaba, pero en todo momento mantuvo la cordura, el dominio propio y aplico un ingenio impresionante. Ella no fue una guerrera amazona enfrentándose cuerpo a cuerpo con un hombre dotado para la guerra, ella no fue una mujer empoderada, sino una esposa que estaba en su tienda, a una mujer que ordeñaba vacas y hacía mantequilla. Esto torna más humillante la muerte de Sísara, porque en estos tiempos morir a manos de una mujer era una humillación. No por el hecho de que sea una mujer la que ejecuta la muerte, sino que ellas no tenían preparación militar, por lo tanto, había una notable ventajas en el ámbito de combate en esta época para los hombres. Dios nuevamente, salva a su pueblo por medio de la debilidad. La muerte de Sísara es un hito en la historia de la redención. Asaf en el Salmo 89 clama a Dios por causa del enaltecimiento de los enemigos de Dios y el ruega: “Trátalos como a Madián, como a Sísara, como a Jabín en el torrente Cisón (Sal.89:3). Es decir, la muerte de Sísara es un prototipo de retribución para todos los enemigos de Dios. Es una conquista que los humilla y exalta la gloria de Su Salvación. Pero también es una gran advertencia para todos aquellos que perseveran en sus pecados, porque están en el bando equivocado, en el bando que será condenado.

Ahora, ¿Por qué Jael hizo esto? Ella no es del pueblo de Dios, es cenea ¿Qué la motivo a realizar esta hazaña? Observemos esto. Al matar a Sísara ella está rompiendo la alianza que Heber tiene con Jabín, exponiendo a su esposo, sus recursos y a su propio pueblo a la extinción. Es muy probable, que ella vio a estos cananeos como una amenaza futura, vio su maldad y crueldad, era el momento de que su reinado terminara y de paso ganarse el favor de los nuevos ocupantes de la tierra. Pero Jue.5:24 nos muestra la motivación de fondo y es que Jael debió escuchar de su propio pueblo que salió de Egipto la historia de la redención y sabía de un Dios que hace maravillas: “Bendita entre las mujeres es Jael, mujer de Heber ceneo; bendita sea entre las mujeres de la tienda (Jue.5:24). Esta gentil es bendecida con la bendición de Abraham: “En ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Gn.12:3). Es decir, Jael actuó de esta forma esperando la bendición del Todopoderoso. Esto es maravilloso, en Lc. 1:42 Elisabeth exclama sobre María: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! Y Jueces 5:24 nos dice: “Bendita entre las mujeres es Jael” María tuvo el privilegio de dar a luz a la simiente prometida, la simiente de Abraham, Jesucristo, en el cual todas las naciones de la tierra son bendecidos, pero Jael es bendita por traer la muerte a la simiente maldita de la serpiente, quitando a un potencial amenaza para el surgimiento del Mesías. Ambas son usadas por Dios, ambas son benditas en Cristo.

3.Victoria aplastante en el monte Calvario (vv.22-24)

Jabín fue un cruel dictador, pero el pecado ha traído más plagas a esta tierra que todos los tiranos que han existido. Ha traído más dolores y miserias sobre los cuerpos y almas de los hombres que toda la maquinaria de tortura que se haya podido crear. El pecado es el gran déspota del mundo, pero lo es a tal nivel que sus súbditos le siguen de buena gana. Les pone sus cadenas, mientras ellos piensan que van por su propia voluntad. Satanás se burla de esto, al ver que una y otra vez caes en las carnadas y trampas del pecado (Heb.3:13). Si perseveras en ese camino en el día final te será revelado el terrible engaño que has abrazado; y las llamas del foso profundo disiparan la oscuridad que ha ocultado la verdad a tus ojos, pero ese día será muy tarde, allí será el lloro y el crujir de dientes (Mt.8:12).

Barac venció al ejército de Jabín, pero Sísara ha huido, Barac no está satisfecho con esto, quiere ver el cadáver de su enemigo. No es suficiente la victoria parcial, Sísara debe morir, de lo contrario volverá a despertar de su sueño y traerá más carros de hierro y un nuevo ejército para esclavizar nuevamente a los Israelitas. De la misma manera, no es suficiente vencer parcialmente al pecado, deshacerse de los malos hábitos o ser moral. No te fíes de un día o una semana sin sucumbir ante ese pecado que busca esclavizarte, debes hacerlo morir (Ro.8:13). Debes pisotear las raíces de la corrupción bajo tus pies. Si estas contento por las victorias pasajeras sobre el pecado sin verdaderamente mortificarlo, corres el terrible peligro de que dichas victorias son simples obras morales y superficiales, pero no necesariamente la obra del Espíritu, porque la carne no puede vencer a la carne. Quizás hubo un tiempo en tu vida que pensabas matar tu pecado, darle el “golpe de gracia” y lo ahogarías en los torrentes de la penitencia, la abstención, el rigor o la moralidad. Pensabas que podrías domesticarlo, mantenerlo a raya, amordazarlo y maniatarlo, pero todas tus estrategias fueron insuficientes. Ante nuestros métodos el monstruo del pecado se mantiene vivo y voraz. Ante el pecado puedes actuar de dos maneras. Como Sansón, quien dejo su cabeza en manos de Dalila, jugueteo con la gracia, terminando miserablemente apartado de la presencia favorable de Dios (Jue.16:20). O puedes actuar como Jael, quien tomo la cabeza de Sísara y lo mato. O matas el pecado o el pecado te matará eternamente. ¿Quién eres? ¿Sansón o Jael?

Barac corrió en busca de Sísara más no lo encontraba hasta que Jael salió a su encuentro y le dijo: “Ven, te mostrare al hombre que buscas” (v.22). Barac entro, pero no a una tienda, sino a una tumba donde yacía el cuerpo inerte de Sísara. Así como la victoria sobre Sísara no estaba en las manos de Barac, tampoco tu victoria está en las tuyas. Como Jael salió al encuentro de Barac, hoy Jesús sale a tu encuentro, pero no te invita a una tienda, sino a una Cruz y te pregunta: ¿Sabes cómo puedes matar tus pecados? ¿Cómo puedes vencer toda su corrupción y todo mal pensar? Él te dice: ¡Ven y mira, contémplame aquella Cruz muriendo por tus pecados! Mira la Cruz que es la tumba donde tus pecados fueron cargados y vencidos. Es que la historia de Barac no termina en el monte Tabor, sino en el monte Calvario. No termina con una mujer clavando la cabeza de Sísara al suelo, sino con la simiente de la mujer, nuestro Señor Jesucristo, hiriendo de forma mortal en la cabeza Satanás en la Cruz (Gn.3:15).

El pecado que temes, por el cual has llorado una y otra vez por su cruel esclavitud en tu vida, te ha sido perdonado si te arrojas con fe a Cristo y solo a Cristo. Tu lujuria, impureza, idolatría, murmuración, codicia, falta de contentamiento, envidia han sido borrados, quitados del acta de decretos que te era contraria (Col.2:14). Esos pecados, como Sísara, no tienen poder para resucitar, el clavo que las atravesó no les causó una herida superficial, sino que atravesó sus sienes y ya no tienen poder sobre ti. En Jue.5:28 la madre de Sísara se lamenta y se pregunta: "¿Por qué se tarda en venir su carro? Las mujeres alrededor responden: ¿Se habrá atrasado repartiendo el botín? (Jue.5:29). Al revés, él se convirtió en el botín y nunca más lo vieron porque fue clavado en lo profundo de la tierra. De la misma manera nuestros pecados han sido arrojados a lo profundo del mar (Mi.7:19). Cristo murió en la Cruz y junto a él yace el cuerpo de pecado que nos condenaba: la única arma que Satanás tiene para acusar a los escogidos de Dios le fue arrebatada. Por eso Pablo pregunta: ¿Quién acusara a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica (Ro.8:34). Y cuando el justifica a una persona, todas las acusaciones pierden validez porque no hay condenación para los que están en Cristo Jesús (Ro.8:1). Él llevo el castigo de todas las acusaciones en tu contra. No solo eres libre de la culpa del pecado, sino también, eres libre de su poder esclavizante. Estas capacitado para luchar y vencer al pecado por medio del Espíritu de Gracia.

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Mira los últimos versículos: “Así sometió Dios en aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel. Y la mano de los hijos de Israel se hizo más y más dura sobre Jabín, rey de Canaán, hasta que lo destruyeron” (vv.23-24). Dios uso a Débora, Barac y Jael, para triunfar en aquel día, pero siempre la victoria fue del Señor, ÉL SOMETIO A JABÍN, porque la SALVACIÓN ES DEL SEÑOR. Los Israelitas escucharon el evangelio de ese momento, Sísara ha muerto. Lo cual hizo que se opusieran más y más sobre Jabín hasta destruirlo. La situación se ha revertido. Por 20 años fueron esclavizados duramente por Jabín, pero ahora son ellos los se han levantan duramente contra su dictador. De la misma forma la victoria de Cristo en la Cruz es el punto de inflexión en nuestras vidas, es el evangelio que nos impulsa a vivir y a luchar duramente contra el pecado. Nuestro Señor no solo murió por nuestros pecados, no solo resucito, no solo está a la diestra de Dios, sino que intercede por nosotros (Ro.8:34). ¿Acaso eso no es estimulante y alentador? No son los ricos, los reyes ni los poderosos los que interceden por ti, sino aquel que venció en la Cruz del calvario y ahora está a la diestra de Dios gobernando todo lo que existe ¿Cómo no arrojarnos en obediencia ante tan magna verdad? Ese intercesor celestial no te ha dejado solo, sino que Su Espíritu te capacita y fortalece para luchar contra el pecado, te lleva al arrepentimiento cuando pecas restaurando tu alma para que vuelvas a la batalla. Las acusaciones del enemigo ya no te pueden condenar, Cristo hirió Su cabeza, y Satanás solo logro herirlo en una parte de Su cuerpo, su talón. Y nosotros somos el cuerpo de Cristo, por lo que Satanás no puede herir más de muerte a las ovejas de Cristo, solo en sus talones. Entonces levántate como Barac y lucha, porque tu Señor ha vencido por ti en la Cruz. Concluimos: “Y el Dios de paz aplastará pronto a Satanás debajo de vuestros pies” (Ro.16:20).