¿Ofrenda total o residual? (Mr. 12:41-44)

1.¡Contemplen a esta servidora!

El contexto del pasaje es la semana de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, específicamente nos encontramos a 3 días de su muerte. Esta es su última visita al templo y su última acción pública antes de ir a la Cruz. Jesús está a punto de predecir la destrucción de Jerusalén, de hablar de las señales antes del fin y de su segunda venida; eventos que cambiarían la historia para siempre. Podríamos suponer que su mente debería estar centrada en aquellas cosas que estaban por suceder: el huerto de Getsemaní, su fraudulento juicio y su crucifixión. Sin embargo, aún ad-portas del gran evento de la historia de la redención, él está atento a todo lo que pasa a su alrededor. Se encuentra en el patio de las mujeres frente al arca de las ofrendas. Lc.21:1 dice que: “Levantando los ojos, vio a los ricos… y a una viuda pobre”. Observo dos tipos de personas y dos tipos de ofrendas ¿Cuál quiere él que observemos? El v.43 dice que él llamó a los discípulos” para que contemplaran con sumo cuidado la ofrenda de la viuda y él quiso que esta historia se registrara esta historia para darnos un ejemplo genuino de entrega.

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Para cualquier espectador era fácil posar la mirada sobre los ricos, quienes no sólo daban grandes cantidades de dinero, sino que alardeaban de sus ofrendas. Como dice Mt. 6:2 muchos de ellos tocaban trompeta cuando ofrendaban o daban limosnas, publicaban su supuesta generosidad. Esta conducta externa era presentada como verdadera piedad, sin embargo, el foco de los afectos de estos hipócritas no era Dios, sino que ellos mismos. Usaban las ofrendas como una plataforma de automopromoción, pero todo ese falso espectáculo no impresiona a Jesús, él esta atento a la viuda y dirige los ojos de sus discípulos hacia ella, a la pequeña ofrenda que cabía en el hueco de su mano, la cual nadie podía observar, pero él si. Quiso mostrar a sus discípulos este ejemplo y hoy también nos dice: ¡Contemplen a esta servidora! ¡Posen sus ojos en ella y aprendan de su ejemplo! Los ojos de un verdadero discípulo de Cristo miran lo que su maestro mira, admira lo que su Señor admira. Demos valor a lo que Cristo da valor.

Esta escena tiene una verdad consoladora: Dios mira lo que somos no lo que tenemos. Este mundo constantemente se mueve bajo el lema: “Tanto tienes, tanto vales”, pero esa no es la evaluación que Dios hace de nosotros: “Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí (Sal.40:17). Ningún acto de verdadera devoción hacia Dios ha sido invisible a sus ojos, él las ha registrado en el libro de las memorias de aquellos que le temen y sirven (Mal.3:16). Como dice Francis Schaeffer: “A los ojos de Dios no existe gente pequeña ni lugares insignificantes”. Hoy, el Señor, sigue observando a todos aquellos que ofrendan sus vidas como esta viuda, él no es injusto y no olvida ninguna obra de amor hacia él y su pueblo (Heb.6:10).

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2.El Corazón de un dador Alegre

El v. 41 describe lo que el Señor evalúa del servicio de las ofrendas: “(él) miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca”. Él estaba escudriñando la actitud del corazón, el lugar donde habitan nuestros verdaderos tesoros (Mt.6:21). La mirada de Jesús no era simplemente cuantitativa era cualitativa, él valoro la situación espiritual de quienes ofrendaban. El tesoro de la viuda no eran las bendiciones, sino el Dios de las bendiciones, su ofrenda refleja que su corazón reposaba alegremente en las promesas del Señor, mientras que el corazón de estos ricos era egoísta, su tesoro eran ellos mismos y sus bienes materiales. Sus ofrendas contradecían el concepto de ofrenda, no se entregaban sacrificialmente, sino que daban de sus sobrras, de los residuos de sus bienes. El diagnóstico espiritual de sus corazones era: insatisfacción en Dios.

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Lo opuesto a la satisfacción en Dios es la codicia y la avaricia, pecados que frenan nuestro gozo en Dios. La avaricia es idolatría (Col.3:5), es un “dios” que nunca está satisfecho y que nunca satisface. La avaricia de ayer no satisface la de hoy. Es un pecado que nos hace olvidar la existencia de lo eterno, haciéndonos dudar de la bondad de Dios en Sus promesas. El “cómo” damos nuestras ofrendas es un parámetro genuino de cuan satisfechos estamos en Dios. El corazón regenerado es uno que se ofrenda alegre y generosamente (2 Co.9:7), pero el corazón avaro busca descanso en las cosas creadas donde nunca encontrara verdadera plenitud.

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El corazón de la viuda está llena de contentamiento, ella nos enseña que la vida cristiana no se trata de tener lo que quieres, sino de valorar y agradecer los dones del Señor cualquiera sea nuestra situación (Fil.4:11). Jeremías Borroughs dijo: “El contentamiento no actúa añadiendo (cosas) a nuestras circunstancias, sino quitando de nuestros (malos) deseos”. Ese es el núcleo del problema: los deseos de nuestro corazón. La manera de conquistar el pecado de la avaricia no es obrar duro para cambiar nuestra conducta, sino confiar en Jesús quien conquisto este pecado y es capaz de cambiar nuestros afectos más profundos. La falta de contentamiento nos puede llevar al camino de los escribas y fariseos, el de la falsa religión y la hipocresía, pero el contentamiento en Cristo nos enseña que nuestra devoción puede elevarse por encima de nuestras circunstancias.

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La ofrenda de esta mujer no dependio del sombrío escenario que la rodeaba, vivía en el cruel imperio romano, luchaba contra la soledad de la viudez y era pobre, pero ofrendo aferrandose a las promesas de su Señor. No debemos esperar a tener superabundancia material para ofrendar, sino que con el pan, agua y abrigo necesarios debemos estar satisfechos y aprender a servir. No tienes permiso de afanarte por esas cosas porque tu Padre sabe de que cosas tienes necesidad (Mt.6:31-32). Pablo en Fil.4:11 dice: “He aprendido a estar satisfecho cualquiera sea mi situación”. Él aprendió a vivir de esa manera, no es un don dado a algunos cristianos. El contentamiento es una asignatura obligatoria para todo redimido. Pablo tomo resoluciones en su vida para que su corazón jamás descansará en las cosas de este mundo. ¿Has tomado resoluciones para hallar más contentamiento en Cristo? Seamos concretos ¿Estás dispuesto a vivir satisfecho con la porción de comida y vestido básicos por una entrega mayor al Señor? ¿Qué estas dispuesto a sacrificar por un mejor servicio? ¿Dónde está la línea entre el ahorro responsable y la avara acumulación de riquezas? Esto no es una invitación a hacer voto de pobreza o a obtener la salvación por obras, pero debemos estar Escrituralmente convencidos que las personas que han sido salvadas por Gracia están más poderosamente persuadidas de que lo realmente importante: acumular tesoros en el cielo (Mt.6:20). Debemos ser personas que buscan simplificar sus vidas y servir, anhelan trabajar más para servir más, abnegarse más para compartir más, de tal forma que el uso del dinero, tiempo y dones nos llevan a un mejor deleite, adoración y glorificación de Dios.

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No tengas la actitud del joven rico (Mr.10:17-22) quien se acercó a Jesús en busca de respuestas para la vida eterna, sin embargo, al saber el costo del discipulado, se fue con las manos llenas, pero con el corazón vacío, en cambio esta viuda se retiró del templo con las manos vacías, pero con un corazón rebosante. La verdadera vida cristiana es una vida de riesgos y sacrificios, recuerda que seguimos a un crucificado. David dijo: “no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada” (2 Sa.24:24). John Bunyan lo describe muy bien en su libro el Progreso del Peregrino: Cristiano y Esperanza se encuentran en el camino con alguien llamado Interés Privado, quien tenía tres amigos, los señores: Apego al Mundo, Amor al Dinero y el señor Avaricia. Todos habían sido educados en la escuela del señor Codicioso y vivían en la ciudad del Amor a las ganancias. El señor “Interés Privado” reflexiona lo siguiente sobre la vida de Cristiano y Esperanza: “Ellos han determinado que es su deber seguir su camino en todos los tiempos, mientras que yo quiero esperar al viento y a la marea; ellos están dispuestos a arriesgarlo todo por Dios, y yo estoy dispuesto a aprovechar todas las ocasiones para asegurar mi vida y mi hacienda, ellos se empeñan en mantener sus ideas, aunque todos vayan en su contra, mientras que yo sigo la religión en cuanto y hasta donde me lo permitan los tiempos y mi propia seguridad”. ¿Eres como el señor Interes Privado? ¿Esperas que todo este a tu favor para servir? Espero que no vivas en la ciudad del Amor a las ganancias, que tu mentor no sea el señor Codicia, que tus mejores amigos no sean el Apego al mundo ni el Amor al dinero. La viuda pobre se determino servir a Dios a pesar del costo, su arriesgada acción no es un salto al vacío, sino que es una entrega llena de confianza en la Palabra de Dios.

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Nuestra relación con las riquezas es “una medida exacta de nuestra moralidad”. Es un termómetro espiritual, pocas cosas revelan con tanta intensidad nuestras motivaciones y prioridades. El cómo y en qué gastas tu dinero revela la ubicación de tus tesoros y tu corazón. Tu cuenta corriente, cheques e inversiones muestran lo que amas (Mt.6:21). Las riquezas que tengas en este mundo son útiles, son dádivas que el Señor nos da, pero pueden anestesiar tu vida. La anestesia provoca que temporalmente nuestra sensibilidad al dolor disminuya, pero no cura nuestro problema, nos alivia transitoriamente, de la misma manera, las riquezas tienen el poder de adormecer tu necesidad de Dios. Cuando esto sucede descubrimos que no poseemos posesiones, sino que ellas nos poseen a nosotros. Lo que valores incidirá fuertemente en tus deseos, consumirá tu tiempo y soñaras con ellas aún despierto. Ten cuidado del engaño de las riquezas (Mt.13:22) y de tu engañoso corazón (Jr.17:9), ellas tienen el poder de ahogar la Palabra en tu vida.

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3.Radiografía de dos ofrendas

El escenario de estas ofrendas es el patio de las mujeres, lugar del templo donde se ubicaban trece trompetas o shofares para la recolección de las ofrendas. El dinero que se recolectaba en nueve de ellas eran para los servidores del templo y los restantes eran ofrendas estrictamente voluntarias. Por el contexto del capítulo (Mt.12:38-40) podemos identificar con claridad a quien hace alusión Jesús sobre quienes eran estas personas ricas: los escribas y fariseos. Daban sus ofrendas presumiendo de su generosidad, contradiciendo el principio de discreción de Mt. 6:3 “no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”. Hacían un espectáculo circense de sus ofrendas echando sus monedas de cobre con gran estruendo para que todos los vieran. Pero el examen de Jesús es que ellos echaban de lo que les sobraba, de los residuos de sus bienes, pero la viuda echó todo lo que tenía, todo su sustento.

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Dos blancas eran el estándar mínimo de las ofrendas para los rabinos de la época, estas monedas eran consideradas de muy bajo valor, su contabilidad era un tedioso trabajo. Dos blancas eran equivalentes a un cuadrante, el cuadrante era la 64ava parte de un denario, y un denario era el salario de un día de trabajo, así que dos blancas era el pago aproximado por 8 minutos de trabajo, era un monto muy pequeño. Por esto, resulta sorprendente la afirmación de nuestro Señor: “ella echo más que los ricos en el arca” (v.43). Proporcionalmente ella ofrendo más que todos. Pudo dar una sola moneda, lo cual era el 50% de sus bienes, eso ya era una ofrenda generosa, sin embargo, su ofrenda fue total. Nadie le exigió depositar todo su sustento, pero ella creía que el Dios que sustento a su pueblo en el desierto la podía sostener.

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En contraste, la ofrenda de los escribas y fariseos era residual, parcial y de segunda mano. Esa carencia de generosidad es verdadera pobreza, no una pobreza de bienes, sino una del corazón, es una carencia del alma. La critica de Jesús no apunta a lo que daban, lo cual era mucho, sino a lo que retenían. La pregunta de nuestro Señor para nosotros es la misma ¿Cuánto legítimamente podemos retener de lo que él nos da? Quizás das tus ofrendas con la misma actitud que los fariseos, cumpliendo un estándar mínimo, dando una ofrenda residual. Dios está sumamente interesado en como administramos nuestras riquezas, tanto así, que uno de cada diez versículos de los evangelios hablan de la mayordomía, y esto es así porque él es dueño de todo, él quiere que Sus posesiones sean bien administradas. Las riquezas que crees que son tuyas no lo son, no somos los dueños de esta tierra, somos simples ocupantes. Reconocer que todo lo que tenemos es suyo, es un principio fundamental para una verdadera ofrenda. David dijo: Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos (1Cr.29:14).

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¿Cuál es el origen de la generosidad de la viuda? El v. 44 dice: “De su pobreza echó todo lo tenía”. Jesús no esta diciendo que la probreza en sí misma produce generosidad, puedes ser pobre y extremadamente avaro, sino que la aflicción produce esta esperanza generoza en el creyente, porque la aflicción quita todas nuestras muletas artificiales para que solo esperemos en Dios como fuente de provisión por medio de Sus promesas. La esperanza produce gozo y el gozo produce riqueza de generosidad. Pablo describió de la misma manera la ofrenda de los macedonios: “en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad… Han dado conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas” (2 Cor.8:2)

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La ofrenda de la viuda y de los Macedonios acaban con el mito de que para ser generosos primero debemos tener abundancia, ellos no esperaron un mejor futuro para servir. Como siervimos hoy a Dios, le serviremos en el futuro. No necesitas ser rico para ser generoso, si estas en Cristo ya eres rico. Has sido bendecido con toda bendición espiritual (Ef.1:3) y la generosidad es una de esas bendiciones, es fruto de un corazón regenerado. Si tu lema es “doy si puedo”, o “doy si me sobra” entonces, estas abrazando el servicio residual de los fariseos. Ten cuidado, porque este tipo de actitud se puede esconder de la vista de los demás, pero no del ojo del Señor. Debemos aprender a vivir y dar como si los ojos de Jesús estuvieran sobre nosotros.

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Los judíos tenían la labor de sostener el templo con sus ofrendas, con ello financiaban todo lo pertinente a los sacrificios, las reparaciones del templo, los salarios de los oficiales regulares y reparaban los caminos y edificios de Jerusalén. La viuda respondio gozosamente a esa responsabilidad. ¿Responderemos nosotros de la misma manera? Cuando sostenemos economicamente a nuestra congregación, estamos expresando amor por las cosas espirituales que Dios nos da a través de Su Iglesia, aprenciando el ministerio de la Palabra y la labor pastoral. Los incredulos pueden dar sin amar, pero nosotros, el pueblo de Dios, no podemos amar sin dar, ese es el estándar del cristianismo “Porque de tal manera amó Dios, que ha dado a su Hijo unigénito” (Jn. 3:16). Dar es una manifestación genuina de la gracia de Dios, es una expresión tangible de amor por el Señor y su pueblo. No seamos una fuente de infecundidad para la Iglesia. El evangelio es poder para salvación, pero tambien nos impulsa en amor para sostener Su Obra. Las doctrinas de la gracia no son excusa para adormecer nuestro servicio, ni las malas experiencias en otras congregaciones, ni la realidad de lobos abusadores que engañan con el antievangelio de la prosperidad, no busques excusas. Si eres alimentado y disfrutas del ministerio de la Palabra en esta congregación estas llamado por la Palabra a sostener dicho ministerio, pues “Quienes predican el evangelio deben vivir del evangelio” (1 Co.9:14).

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La viuda no dio por tristeza, ni por necesidad, sino que dio lo que propuso en su corazón (2 Cor. 9:7). ¿Qué es lo que has te propuesto? El corazón de un nacido de nuevo está dispuesto a seguir gozosamente los estatutos del Señor (Sal.119:111) no son una carga, sino un deleite (1 Jn.5:3). La gracia no es una licencia para ofrecer ni ofrendar lo que queramos, sino que es impulso a la generosidad y un freno para el servicio residual.

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El “cómo” ofrendamos también dirigirá el “cuanto” de la ofrenda. Desde este púlpito siempre hemos recomendado que el diezmo es una buena medida para adquirir la costumbre de dar. Es una puerta de entrada al gozo de ofrendar, pero el diezmo no es el techo para nuestras ofrendas, es el punto de partida. En el N.T no hay ejemplos de ofrendas inferiores al diezmo, todas apuntan al estándar definitivo que es el sacrificio de Cristo. Elon Musk, Jeff Bezos y Bill Gates son multimillonarios que invierten en sus proyectos y en caridad ¿Qué tienen en común? Invierten en las cosas que creen que vale la pena en este mundo, en sus tesoros. Nosotros no somos Tesla, Amazon ni Microsoft somos la Iglesia de Cristo, columna y baluarte de la verdad, tenemos una fe que vence al mundo (1 Jn.5:4). Sintoniza tu corazón y tus ofrendas a esa fe, pues si la ofrenda de Cristo en la Cruz no te motiva a dar nada más lo hará.

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4.Cristo: La ofrenda perfecta

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Al terminar el v. 44 no sabemos nada más sobre esta mujer ¿Habrá recibido la provisión necesaria? ¿Jesús la habrá dejado ir sin más? Muy probablemente Jesús puso en alerta a los discípulos no solo para que contemplaran su ofrenda, sino que también para que la atendieran. La ética de misericordia en las Escrituras permanentemente se preocupa de las viudas. Dios se define a sí mismo comodefensor de viudas” (Sal.68:5), se nos manda a “honrar” a las viudas que en verdad lo son (1 Ti.5:3) y visitarlas (Stg.1:27). En Hch.6 vemos en acción a la Iglesia preocupándose de la atención de las viudas, por lo que es esperable que los discípulos se hayan hecho cargo de atender a sus necesidades. Jesús tuvo especial afecto por las viudas, tanto así, que vino de viudas como Tamar, Noemí y Rut para salvar a todas las viudas que creyeran en su nombre, incluyendo a esta viuda de las dos blancas.

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El mayor problema de esta mujer no era su pobreza ni su viudez, era su pecado. De la misma forma tu mayor problema no es tu situación económica, tu estado civil o tus circunstancias, es tu pecado. Esta historia no tiene como centro las dos blancas, sino que apunta a una más excelente ofrenda. Tres días después de este encuentro, la mujer que fue mirada con amor por el Creador del Universo miraría hacia el monte Calvario y vería a su Redentor crucificado, miraría su entrega, su pasión y su servicio total en su favor. Aquel hombre que la miro con gracia y misericordia se ofrendo en su favor, pues ninguna ofrenda suya podía pagar el precio por su pecado. Esta viuda fue redimida y ahora disfruta de la presencia de Dios donde ya no es más viuda ni nunca más lo será, sino que esta con Cristo, el perfecto esposo, nunca más será pobre, sino que pertenece a un reino inconmovible que nunca se marchita (1 Pe.1:4), donde ha recibido una corona incorruptible y nadie la puede separar del amor del buen Pastor (Ro.8:39). Ella ya disfruta del tesoro que acumulo en los cielos donde la polilla y el orin no son amenazas (Mt.6:20).

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Durante toda la existencia del templo se entregaron ofrendas de animales sin defectos por el pecado del pueblo, como una sombra de lo que habría de ocurrir con la ofrenda única y perfecta de Cristo: “Una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados (Heb.10:14). La ofrenda de la viuda es una tenue luz comparada con el Sol de justicia de la ofrenda de Cristo. Esta mujer era pecadora, pero Jesús jamás peco, ella dio dos blancas, pero Jesús entrego su vida por nosotros como una ofrenda de expiación (Is.53:10). Piensa en eso, tu problema era tan grande que Dios tuvo que ofrendar a Su Hijo para salvarte.

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La pobreza de la viuda no se compara con el sacrifico de pobreza Cristo: Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Cor. 8:9). Por su pobreza y debilidad somos bendecidos con las riquezas de Su gracia. ¿Tenemos una fe diferente a la de la viuda? ¡No! ¿Tenemos más revelación de las Escrituras que ella? ¡Sí! ¿Tenemos mejores condiciones que ella? ¡Sí!. Esta mujer ofreció su ofrenda antes que Jesús fuese crucificado, probablemente no alcanzó a conocer la literatura Nuevotestamentaria, pero las promesas del A.P fueron suficientes para darse a sí misma y todo lo que tenía. ¿Cuánto más nosotros que pertenecemos a un mejor pacto? Nuestro servicio no debe ser proporcional al servicio de la viuda, sino que debe apuntar a la ofrenda sacrificial de Cristo. El Apóstol Pablo en Ef. 5:2 nos dice:Andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó (dio) a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”. El patrón del amor de Cristo es un amor sacrificial, la mejor ofrenda que podemos dar es nuestro propio ser, pues mientras no te hayas dado a él, no podrás servir de ninguna otra manera. No ofrendes para que el Señor te dé, hazlo porque él ya te ha dado todo en Cristo.

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Es verdad que el dinero importa y es útil, pero la gracia de Dios importa aún más. De gracia has recibido, dad de gracia (Mt.10:8). Si has tenido tu mirada en las cosas eternas, entonces las cosas de este mundo te son de poco valor. En cambio, si todo lo que verdaderamente vale para tí está en esta tierra, en el momento de abandonarla seras totalmente defraudado porque nada te llevaras a la eternidad. Este mundo no es el fin de tu vida, no le entregues tu corazón a las cosas creadas. Fija tus ojos en Jesús el autor y consumador de la Fe (Heb.12:2). ¡Pon tus ojos en él! Esa es la única manera de correr la carrera de la fe.

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