Primer Amor: Servicio supremo (Ap. 2:1-7)

  1. Éfeso: Una Iglesia Activa (1-3,6)
Supongamos que la época en que fue escrita esta carta ha sido trasladada a nuestro tiempo, imaginemos por un momento que nos encontramos en una provincia de Asia muy cerca de las 7 Iglesias de Apocalipsis, y debemos buscar un lugar donde congregarnos. Éfeso, Esmirna, Tiatira, Pérgamo, Sardis, Filadelfia y Laodicea, son Iglesias que están dentro de nuestras posibles elecciones. ¿Cuál escogerías? ¿Qué cualidades privilegiarías? ¿Qué tipo de membresía buscarías? ¿Cómo deberían ser los pastores? ¿Qué tipo de predicación te gustaría experimentar? Estas son preguntas recurrentes a la hora de buscar un lugar en donde congregarnos. Un centro de Investigación llamada Pew Reserch indago sobre las variables que intervienen en un creyente a la hora de escoger una Iglesia y un 83% de los encuestados dijeron que su prioridad a la hora de escoger una congregación se basaba en la “calidad de sus sermones”, un 79% sostuvo como segunda prioridad a la forma en que fueron recibidos por los líderes de la congregación, más atrás se posicionaban el estilo del servicio, la ubicación geográfica de la congregación y la educación de los niños. Es una realidad que muchos de los creyentes hoy, tal cual lo evidencia esta investigación, escogen su congregación por la calidad de su predicación, y es muy probable que la Iglesia de Éfeso tuviera una de las enseñanzas más ortodoxas de la época de la Iglesia Primitiva. Si los Efesios fueran una Iglesia actual podríamos visitar su canal de Youtube y nos encontraríamos con series de magníficos expositores: Con el discipulado de Aquila y Priscila (Hch. 18:18-22), con las predicaciones apologéticas del Pastor Timoteo (1 Tim.1:3), con las maravillosas series de sermones del Apóstol Pablo, prolongadas por más de tres años (Hch. 20:17-38) y también nos encontraríamos con la consejería del propio Apóstol Juan, quien era muy cercano a esta congregación. La Iglesia de Éfeso era una congregación doctrinalmente dotada, tuvo magníficos maestros, pastores y apóstoles quienes fortalecieron la Fe de sus miembros. Por esto, muy probablemente muchos de nosotros escogeríamos esta congregación para ser parte de su membresía. Éfeso era una ciudad importante en el mundo antiguo, tenía una ubicación crucial en la ruta comercial entre Roma y Oriente, era la segunda ciudad más importante en el imperio Romano con una población de 250.000 habitantes, lo cual para el primer siglo d.C era algo descomunal, eran una verdadera metrópolis, para que tengamos una idea de este número de habitantes recién entre 1880 y 1890 la ciudad de Santiago tuvo esta cantidad de habitantes, esta característica la convertía en una residencia ideal para farsantes apóstoles itinerantes. De ahí la advertencia que el mismo Apóstol Pablo hace a los Efesios en Hechos 20:29 donde les dice que después de su partida “entrarían lobos rapaces que no perdonarían al rebaño”, los Efesios lidiaron con falsos maestros y salieron triunfantes por la base doctrinal que cimentaron sus primeros maestros.   Dentro de la ciudad se construyeron centros de adoración al culto imperial dedicado a los emperadores Claudio, Adriano y Severo, pero la atracción religiosa por excelencia era el templo de Diana, que se constituía como una de las 7 maravillas del mundo antiguo, ahí se celebraba el culto a la fertilidad, se practicaba la prostitución sagrada, ladrones y rufianes podían encontrar refugio dentro del templo cuando huían de las autoridades que les querían prender, por ende, el templo era un nido infestado de serpientes. Parte del fanatismo por Diana la podemos observar en Hechos 19, donde Demetrio el platero genero un gran alboroto en contra de Pablo y de los cristianos de la ciudad, ya que vio amenazada su fuente de riqueza, la cual consistía en la venta de templecillos de plata de Diana. Al saber de la presencia del apóstol Pablo, supo que aquellos que trastornaban el mundo podían arruinar su negocio, producto del escándalo toda la ciudad se alboroto y el tumulto de gente estuvo vociferando por más de dos horas ¡Grande es Diana de los Efesios! Era tal el caos, que muchos ni siquiera sabían del porqué del alboroto, Éfeso era una ciudad fanática, era la Meca de la época.   Bajo este sombrío escenario el Señor levanto a fieles cristianos a quienes se dirige por medio de esta epístola, nuestro Señor proclama palabras de Gracia a una de sus amadas Iglesias, a un rebaño que era objeto de su amor, a una porción de su pueblo, por quienes derramo su preciosa sangre. Él quiere que los destinatarios sepan que él sabe de ellos, que él está atento a su servicio y arduo trabajo, él quiere consolar, animar y restaurar a los miembros de esta congregación. Hoy, él desea lo mismo con nosotros, Apocalipsis 22:16 nos dice que este libro fue escrito para dar testimonio a las “Iglesias”, entre las cuales también se encuentra IBGS, el verso 7 nos dice: El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias, por lo tanto, este mensaje es dirigido hacia todos aquellos que tienen sus oídos espirituales atentos y abiertos, es para los nacidos de nuevo quienes pueden discernir espiritualmente.   La carta inicia dando la instrucción al Apóstol Juan que escriba al “ángel de la Iglesia en Éfeso”, buenos comentaristas concluyen que este ángel hace referencia al pastor de la congregación, pero también puede ser una alusión a que esta congregación es una embajada de Cristo en la tierra, que esta Iglesia tiene un vínculo espiritual con el cielo. El Señor se presenta en esta Iglesia como el que tiene las 7 estrellas en su diestra y el que anda en medio de los 7 candeleros de oro. ¿Qué representan estos símbolos? Vamos a Apocalipsis 1:20:   las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias   Con estos poderosos símbolos él quiere mostrar a los Efesios que él está en medio de ellos, a los ancianos y miembros de esta congregación quiere recordarles que están seguros en el hueco de su mano en una época de constante persecución, quiere que los Efesios sepan que él está caminando infatigablemente en medio de ellos, como un buen Pastor, nuestro Dios no se cansa ni se duerme al cuidar de los suyos, tal cual el sumo sacerdote se movía por el santuario, “él anda hoy entre nosotros” (Lev. 26:12); pues nosotros somos el santuario del Espíritu Santo, el Señor pudo haber usado otro símbolo para presentarse ante Iglesia de Éfeso, pudo haber dicho “He Aquí el alfa y el omega”; o “He Aquí la Raíz de David”; pero el hecho de presentarse como el Dios que habita sobre su pueblo, no es azar, sino que era atingente a los problemas que estaba experimentando esta congregación, los Efesios necesitaban escuchar que Cristo estaba en medio de ellos, necesitaban recordar la característica fundamental que hace que una Iglesia sea Iglesia: que él está en medio de su pueblo.   ¡Qué verdad más confortable! La promesa que él estaría con nosotros hasta el fin del mundo (Mt. 28:20) vuelve a la memoria de los Efesios y a la nuestra a través de estos pasajes, él está en medio del candelero de Éfeso, él está avivando la luz de su Iglesia, él es la fuente que permite que la Iglesia de Éfeso sea llamada Iglesia, ¡Lo mismo pasa con IBGS! Somos Iglesia de Cristo porque él está en medio de nosotros, de otra forma simplemente seríamos un grupo humano más, nuestra presencia aquí no nos da el sello validador de ser una Iglesia, quien lo hace posible es nuestro Señor, sin él seríamos un metal que retiñe.   Nuestro Dios que es Santo, Altísimo, Sublime, quien habita la eternidad (Is.57:15) quiere hacer evidente que nos ama y está atento a su pueblo en medio de cualquier circunstancia. Esta reconfortante realidad que escapa de nuestra comprensión, debería producir en nosotros una motivación a vivir con la consciencia de que nuestros pensamientos, temores, aspiraciones, emociones y ansiedades son conocidas por él, Jesús verdaderamente ama a los suyos aun sabiendo lo peor de nosotros, esto nos debe llevar indefectiblemente a vivir más por Fe que por nuestros propios sentimientos y percepciones, esta gran verdad nos debe impulsar a vivir más por su Palabra que por nuestros propios desempeños, intelecto o habilidades, Dios nos muestra nuevamente una maravillosa artista del Evangelio: que aunque estemos afligidos él pensara en nosotros (Sal. 40:17)   El Señor declara: “Yo conozco tus obras” El Rey Siervo conocía de primera mano el servicio genuino de los miembros de esta congregación, cuando ellos servían en el anonimato, fuera del alcance del ojo humano, la mirada de su Señor se posaba sobre ellos contemplando su arduo trabajo en medio de una ciudad sombría, hoy nuestro Señor sigue observando a todos aquellos que le sirven, él sigue siendo él mismo Dios de la época de Éfeso, es inmutable, y con sumo cuidado y amor él sigue deleitándose en el servicio de su pueblo.   Cuando creas que nadie reconoce tu servicio, esfuerzo y dedicación por su obra no olvides esta realidad “Él conoce tus obras (servicio)”, y esta verdad consoladora te librará de decepciones y amargura porque “A Cristo el Señor servís” (Col. 3:24); él no olvida ninguno de los servicios que cualquiera de los pequeños del Reino haya realizado por su nombre. Es interesante notar que Cristo no está hablando de forma individual de los miembros de la Iglesia, él no está diciendo que solo algunos trabajan, sino que habla de esta congregación como un cuerpo, todos estaban unánimes en un fervoroso servicio al Señor.   Los Efesios tenían obras, arduo trabajo, pero también aplicaban la doctrina de forma correcta, eran excelentes bereanos, ya habían pasado más de 35 años desde su formación y aún seguían teniendo sólidas bases teológicas, habían logrado discernir quienes eran verdaderos Apóstoles del Señor, el texto nos dice que “habían probado a quienes se (autodenominaban) Apóstoles de la época” y los catalogaron como mentirosos, por lo tanto, eran capaces de discernir los “frutos” de estos falsos maestros, aborrecían lo que Dios aborrecía, entre ellas las obras de los Nicolaítas quienes eran un movimiento gnósticos, enseñaban una especie de dualismo, proclamaban que lo que sucedía con sus cuerpos no afectaba sus almas, para ellos era legítimo tener relaciones sexuales con prostitutas, sus cuerpos serían contaminados pero no así sus almas, pero en base a la enseñanza Paulina, los Efesios consideraban el alma y el cuerpo como una unidad, ellos sabían que Cristo no sólo vino a salvar sus almas, sino también sus cuerpos, tenían claro que un culto racional consistía en presentar no sólo sus almas ante el Señor, sino también sus cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable.  Los Efesios aborrecieron estas prácticas, las reprobaron y denunciaron, no se amoldaron a la cultura predominante, no se adaptaron al termómetro moral que los rodeaba, defendieron su Fe y salieron triunfantes.   El texto también nos habla del sufrimiento de los Efesios, el valor del mensaje del Evangelio en el cual creían amerita tal costo, de lo contrario, no valdría la pena creer en él, sabían que las pruebas eran aflicciones leves y pasajeras, pero se contrastaban con el eterno peso de gloria que producía en sus vidas y corazones, el sufrimiento que experimentaban era consecuencia de su paciencia, recordemos que la paciencia debe ser certificada a través del sufrimiento, por medio de la prueba (Rom.5:4); la congregación de Éfeso afirmaba con este testimonio que Dios era el soberano en sus vidas, y que todo lo que les sucedía a su alrededor tenía como propósito exclusivo su santificación para el día final, amados, en este mundo vale la pena sufrir, no porque el sufrimiento en sí mismo sea algo bueno, sino porque confiamos en el evangelio de Cristo, el cual nos promete que no sufriremos para siempre, pues Cristo “sufrió nuestras dolencias” (Is.:53:4); experimento la muerte que nosotros debíamos sufrir, el Dios- Hombre sufrió para que nosotros no sufriéramos el castigo eterno, él Señor nos dijo: “en el mundo tendréis aflicción, pero confiad yo he vencido al mundo” (Jn.16;33); el sufrimiento es una asignatura obligatoria en la vida del Cristiano,  pero es pasajera, tiene un fin, durante esta vida nos tocará sufrir por causa de Cristo, pero en la vida venidera nos tocara reinar (2 Tim. 2:12), los Efesios pagaban el precio de seguir a Cristo con la actitud correcta, y no habían desmayado en su caminar a la nueva Jerusalén. Esta congregación posee muchas marcas de una Iglesia saludable, pero eso sólo se podía ver en el cascarón de la congregación, a pesar de todos los elogios que Jesús les da tenían un problema  de carácter central, su activismo no era suficiente, debían prestar atención a la reprensión que Jesús tenía en su contra.  
  1. ¡No dejes tu primer amor!
  En el verso 4 el Señor Jesucristo entrega la única acusación que tiene contra Éfeso, “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor”, probablemente esta congregación no solo tenía esta falencia, es seguro que tenía muchas más, pero dejar el primer amor era el pecado nuclear que reunía todos los demás pecados. Y digo pecado, porque el Señor mismo lo califica de esta manera, de otra forma él no pediría arrepentimiento, abandonar el servicio del primer amor es pecado. El primer amor no es un estado temporal que simplemente experimentamos en nuestros primeros días como cristianos, sino que es el constante flujo del río de amor que un nacido de nuevo desemboca por Dios y su pueblo, Rom. 5:5 nos dice que “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones”, ese es el  amor que habita en nosotros, uno semejante al amor de Dios, el tipo de amor con el que Cristo nos amó,  un amor que nunca deja de ser (1 Cor. 13:8), el primer amor es un estado permanente en la vida cristiana, es el servicio supremo que debemos ofrecer a nuestro Dios y a su pueblo.   Domingo a domingo, celebramos la Santa cena, y los elementos que consumimos, el pan y el vino siempre están frescos, no son añejos, son un símbolo del amor de Dios por nosotros, su amor, su gracia y bondad es aceite fresco que renueva nuestras vidas, Lam. 3:23 nos dice que “nuevas son sus misericordias cada mañana”, el amor de Cristo por nosotros es constantemente actual, no es un evento del pasado, lejano y distante, por lo tanto, nuestros afectos por Dios deben ser cultivados en base a esa realidad, el verdadero cristianismo se basa en mantener invariablemente un ardiente amor por Cristo día a día. Los Efesios nos muestran que podemos practicar la sana doctrina, podemos servir arduamente, podemos batallar por la fe, podemos aborrecer lo que Dios aborrece sin el primer amor, podemos bautizar, tomar la Santa Cena, cantar, orar, tener comunión sin que en el centro de nuestra vida este el primer amor. Para los Efesios, como dice José Grau: “la obra de Dios cobro más importancia que el Dios de la Obra”, ellos intentaron reemplazar el primer amor con sucedáneos, pero no podemos sustituir en nuestra vida cristiana aquello que nos hace cristianos, nuestro distintivo: Amor apasionado por Jesucristo y por los suyos.   El pecado de los Efesios era un problema de amor, y la verdad es que todos nuestros pecados siempre son un problema relacionado al amor, el pecado con el cual hoy luchas se reduce simplemente a una falta de amor por Dios y su Palabra, tus problemas financieros, matrimoniales y personales son una manifestación tangible de una carencia genuina de amor por nuestro Salvador. Cuando el Señor restaura a Pedro después de su traición, él no confronta a Pedro por su cobardía, sino por su falta de amor, tres veces el Señor le pregunta a Pedro ¿Me amas? Pedro no huyo primariamente porque era un hombre temeroso, abandono a Jesús porque no le amaba lo suficiente, sea como se llame tu pecado, apatía, lujuria, avaricia, ocio, desinterés, todas tienen un común denominador: falta de amor por Cristo. El problema de los Efesios no era que no amaban a Dios, sino que no le amaban suficiente, su problema no era que amaban el mundo como Demás, el compañero de Pablo, quien le abandono, buscando las cosas de este siglo, su problema no era como la de aquella generación posterior a Josué que no conocía a Jehová (Jue. 2:8-10); ellos conocían al Señor, su problema no era una falta de servicio en la Iglesia, ellos servían, su más grande problema era que Jesús no era el centro absoluto de sus vidas, los Efesios encontraban su plenitud y felicidad fuera de la persona de Cristo.   Nuestro Señor fue claro en decir en que no existe ninguna relación que compita con él: El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí (Mat. 10:37-38) Esto no significa que no debamos amar a nuestras familias, pero si significa que nuestro amor por Cristo, que nuestra relación con él se eleva por sobre toda otra relación, que cuando hablemos de él todos comprendan que todas las cosas de este mundo, incluyendo nuestras relaciones más importantes comparativamente parezcan sin importancia. Debemos comprender que cuando amarle es nuestro máximo propósito en esta vida, así todos los demás amores cobran vida, cuando nuestro primer amor es esencialmente vertical hacia el Señor podemos verdaderamente amar de forma horizontal, amar a nuestras familias hermanos y a los perdidos.   El primer amor es: dejar todo por aquel amor que dejo toda la Gloria del cielo para mostrarnos el amor. ¿Has dejado todos los demás amores por el amor de Cristo?  ¿Cuál es el amor que hoy estas cultivando en tu vida? ¿Qué es lo que consume tu mente y corazón? ¿En qué estas volcando tus fuerzas, recursos y pensamientos? Si eres capaz de identificar a esa persona u objeto, allí yace la fuente de tu primer amor. Te pregunto ¿Puedes decir confiadamente que amas más a Cristo que a tu trabajo? Puedes proclamar ¿Qué amas más a Cristo que a tu esposa? ¿Qué a tus hijos? ¿Qué a tu ministerio? Puedes decir, ¿Qué amas más a Cristo que a ti mismo? Y al mismo tiempo ¿Amas con la misma intensidad a quienes han sido rociados con la sangre del pacto? Porque es ahí, en el pueblo del Cordero, donde se manifestará de forma tangible la intensidad de nuestro primer amor.   Dejar el primer amor por Cristo es una traición absoluta, pues significa que en nuestras vidas estamos avivando otros amores, estamos considerando otros señores aparte del buen Señor, estamos encendiendo carbones de afectos por objetos distintas a la Cruz de Cristo, perder el primer amor es un germen que nos inmoviliza espiritualmente, pensando que cumpliendo con ciertas actividades en nuestras vidas podemos llamarnos embajada de Cristo, sin darnos cuenta, tristemente, empezamos a dar a Dios centavos cuando merece lingotes de oro, como dice Spurgeon: “Cristo, merece la sangre de nuestro corazón para ser acuñada en el servicio de su Iglesia”. Si no concebimos este tipo de amor por Cristo estamos cediendo a la tentación de torcer al Dios de la Biblia, estamos obteniendo una versión de Jesús más accesible a nuestros propios intereses, un Cristo que no espera que abandones tus relaciones más estrechas, un dios que no invade tus comodidades, un dios a tu justa medida, un dios que se parece más a tí que al de las Escrituras, pues finalmente obtendrás primer amor, pero un primer amor por ti mismo.   Quien haya perdido el primer amor debe obedecer a las palabras de medicina de nuestro Señor: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído” Éfeso debía volver a las bases que la vieron crecer por más 35 años, debían volver a recordar las primeras enseñanzas del Apóstol Pablo, su memoria debía volver a añorar aquella posición espiritual que tuvieron en un principio, debían volver a:   “Seguir la verdad en amor” (Ef. 4:15) “Andad en amor, como también Cristo los amó” (Ef. 5:2)   Éfeso debía recordar su posición pasada y contrastarla con la actual, debía volver al momento en donde su corazón se inflamaba de amor por Cristo y su Iglesia, habían caído de su primer amor y el Señor los quiere levantar y les dice, con abundante misericordia, que hay esperanza para revertir su situación, pero primeramente debían recurrir a su memoria, debían recordar quienes eran antes de Cristo y después de Cristo, debían recordar aquel momento que cambio su historia para siempre, sus pensamientos debían dirigirse a aquellas horas, las mejores, las más brillantes, las horas de la luz del alba, cuando pasamos del invierno a la primavera del amor, aquella hora de la salvación, cuando por primera vez vimos al Señor en toda su majestad, vimos su hermosura y santidad, y nos vimos a nosotros mismos llenos de pecado, incapaces, inconsistentes, insuficientes para acércanos a las puertas del cielo, experimentamos la misma convicción que Pedro cuando conoció a su Señor, quien de rodillas exclamo: “Apártate de mí pues soy hombre pecador” (Lc. 5:8); esas también fueron nuestras palabras, nos creíamos sin esperanza, pero al igual que a Pedro el Señor se dirigió a nosotros y nos dijo: “No temas, yo te haré pescador de hombres (yo te haré mis discípulo)”, él nos dijo: “yo sí puedo acercarte al trono de la Gracia”, yo te capacitare, yo te haré apto, te limpiare de tus pecados y te daré un corazón nuevo, tomaré tu carga y te haré descansar, mi Gracia es suficiente, bástate y llénate de ella.   En ese momento todos experimentamos el abandono definitivo de nuestro yugo de esclavitud, fuimos llamados, regenerados, convertidos, justificados, adoptados y reconciliados por Dios mediante la obra del Espíritu Santo, es verdad que no existe un solo tipo de conversión para los elegidos, pero si es cierto que existe un solo Cristo a quienes todos se convierten, existe un solo Jesús quien es el objeto de nuestro primer Amor, hermano tu sabes de lo que estoy hablando, sabes bien que en ese momento solo anhelabas más y más de él, estabas enfermo de amor por tu Señor (C. de los Cant. 5:8) puedo colocar múltiples ejemplos de aquel tiempo, pero sabes muy bien lo que sucedió en tu corazón cuando Cristo te llamo a su Reino: alivio total, júbilo inconmensurable, dulcísima paz, y por sobre todo había un festín de amor sobre tu corazón.   Haz memoria de las maravillas que él ha hecho, en unos momentos más mediante la santa cena, haremos memoria de su sacrificio, de su victoria en la Cruz, recordaremos su pacto de amor por nosotros, esa es la base para vivir en el primer amor, traer a nuestros pensamientos, corazón y vida lo que Dios ha hecho por nosotros, nunca lo que nosotros hacemos encenderá el primer amor, pero lo que él hizo en la Cruz, su servicio de amor, es suficiente para encender los carbones tibios de nuestro corazón.  
  1. Volviendo al Servicio Supremo (5b, 7)
  Al traer estas cosas a su memoria los Efesios debían reaccionar adecuadamente en arrepentimiento, para que esta disciplina sea genuina debemos estar de acuerdo con lo que Jesús nos dice aquí, hemos pecado, hemos dejado nuestro primer amor, al pecado le llamamos pecado cuando nos arrepentimos, puesto que el verdadero arrepentimiento va de la mano con una genuina transparencia en nuestras vidas, no ocultamos nada, porque no hay nada que ocultar ante el Dios que conoce nuestras obras.   Los efesios debían cambiar drásticamente de mentalidad y redireccionar sus pasos hacia Dios; pues arrepentirse implica un retorno, es volver a casa, en este caso, es volver al primer amor. Todo arrepentimiento genuino va acompañado de un hondo pesar por el pecado, en las Escrituras en muchas ocasiones observamos a hombres rasgando sus vestiduras para demostrar el profundo dolor que están experimentando (Jacob, Elí, Job); los profetas no estaban en contra de esta práctica, pero sí enseñaban que romper nuestros vestidos no es suficiente, Joel 2:13 nos enseña que debemos rasgar nuestro interior, nuestro corazón, porque hemos herido el corazón de nuestro Señor, y debemos sentir esa ruptura en nuestra alma, algo se ha quebrado en nuestra relación con Dios y es preciso componerlo.   Arrepentirnos es apartarnos del pecado, y en este caso es acercarnos al primer amor, y abandonar todos los demás amores e intencionalmente cercar nuestro corazón para no volver a este estado pecaminoso, por eso es que el texto nos dice que este arrepentimiento va acompañado de frutos de arrepentimiento, el fruto de volver al primer amor es volver a las primeras obras ¿Qué implicaba esto? Volver a las disciplinas básicas del Cristianismo, a la oración, la devoción diaria, a la predicación apostólica, a la vida en comunidad. Los Efesios son exhortados, el pastor de la Iglesia lee esta carta, son constreñidos por el Espíritu Santo ¿Cómo debían aplicar estos principios? Los Efesios no tenían las herramientas que nosotros tenemos, ellos no podían llegar a su casa y tomar su Reina Valera y escudriñar las escrituras, no tenían una Biblia NVI con comentarios, no tenían libros como “Mero cristianismo”, “el progreso del peregrino” o “El Cristiano con toda la armadura de la Fe” , no tenían internet para escuchar sermones, pero tenían todo lo que se requería para ser considerados cristianos: Al Espíritu Santo y la comunión con los santos. Toda la vida de Fe que experimentaban las Iglesias del primer siglo giraba en torno a la comunión con los Santos, volver al primer amor es volver a vivir nuestra vida devocional en torno al amor en medio del pueblo de Dios. No podemos separar nuestro amor por Cristo y el amor por nuestros hermanos, ambos amores están unidos de forma indisoluble, el Señor lo definió de la siguiente manera:   En esto conocerán todos que sois(son) mis(mi) discípulos (mi Iglesia), si tuviereis amor los unos con los otros(J.13:35)   Gran parte de nuestra verdadera devoción por el Señor se vive en medio de los Santos, en medio de la Iglesia somos recibidos (Rom.15:7), amonestados (Rom.15:14), soportados (Ef.4:2); perdonados (Ef.4:32); alentados (1 Tes.4:18); animados (1 Tes. 5:11); amados (Rom 12:10), exhortados (Heb3:13) y servidos (Gál.5:13); no podemos reemplazar estas realidades con nada, el primer amor se vive primariamente puertas adentro, para que puertas afuera el nombre de Cristo sea proclamado, necesitamos experimentar el amor fraternal para luego mostrar ese tipo amor a los incrédulos, el Señor nos dijo: “sean uno, para que el mundo crea”, mostrar el verdadero amor a los incrédulos depende del tipo de amor que nos une. Muchos de ustedes esperan estas cosas de una Iglesia, desean experimentar ser objetos del primer amor, como dije al principio del sermón muchos de ustedes privilegiarían asistir a una Iglesia de sana doctrina, lo cual es fundamental, es importantísimo, pero tan importante como eso es saber que debo ser parte de una Iglesia para experimentar constantemente el primer amor entre los hermanos, aplicar el primer amor nunca se efectúa de forma pasiva,  ningún siervo de Cristo viene primariamente a una Iglesia para ser animado, alentado o exhortado, la actitud de un poseedor del primer amor es animar, es alentar, exhortar y servir a otros, el primer amor toma la iniciativa, ese el tipo de amor que Cristo derramó en nosotros:   En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros (primero)” (1 Juan 4:10,19)   Cristo tomo la iniciativa y la Iglesia es Iglesia porque en medio de ella hay redimidos que buscan amar y servir primero antes que ser amados y servidos. Miremos lo que dice el libro de Hebreos: Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos” (Heb.10: 24-25)   Según este texto, ¿En qué lugar se produce el estímulo al amor y las buenas obras? Pues en medio de la congregación de los Santos. ¿Para qué asistes a IBGS? ¿Para estimular o ser estimulado? La respuesta a esta pregunta te dará un parámetro de como esta tu primer amor. No menosprecies la actividad cotidiana de la Iglesia, los creyentes presos, desamparados, enfermos, los predicadores en tierras lejanas, añoran la comunidad de los Santos, ellos saben que la comunión con la Iglesia visible es una bendición, es en ella donde podemos ser curados y restaurados, es el sitio más seguro del mundo para confesar nuestros pecados y alcanzar misericordia, es el lugar prioritario para ofrecer misericordia, es el lugar predilecto para forjar nuestras mejores amistades, es el lugar preciso para crecer en santidad, es el único lugar en el mundo donde el centro de atención es la adoración al Rey Siervo, no hay otro lugar en el mundo semejante a la Iglesia de Cristo. ¿Quieres estar cerca de Cristo? Quédate cerca de la Iglesia, ¿Quieres amar más a Cristo? Ama más a su Iglesia, ¿Quieres obtener el secreto para vencer a toda tentación? Ama más Cristo, a su Palabra y a su Iglesia ¿Quieres encender tu vida con el primer amor? Quédate cerca de otros carbones ardientes que aman a Jesús, quédate cerca de la Iglesia.   ¿Qué le sucede a una congregación que no permanece en su primer amor? Desaparece, deja de existir: “pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (v.5)   El candelero es descrito en el Antiguo Testamento como un objeto que dispensaba luz, tanto en Isaías como Zacarías podemos ver que este símbolo representaba la presencia de Dios a través de su Espíritu Santo, al principio del sermón vimos que Jesús se mueve en medio de los 7 candeleros de oro, es decir, él está en medio de las 7 Iglesias, el hecho de que Dios retire el candelero simboliza que Éfeso no contará más con su presencia, el Señor retiraría a su Espíritu Santo, y por consiguiente dejarían de ser una embajada de Cristo en la tierra, Éfeso experimentaría un oscurecimiento espiritual completo. No arrepentirnos del primer amor y volvernos a las primeras obras tiene consecuencias catastróficas para la vida de la Iglesia, a tal punto que no existe más. Si usted visita hoy la tierra de Éfeso que está en Turquía no hay rastros de cristianismo, la amenaza se cumplió, y el candelero no se extinguió, el E.S sigue trabajando, pero fue movido a un lugar que diera frutos. Regiones que antes eran cristianas en el mundo hoy se han vuelto al paganismo, muchos templos donde la Iglesia era doctrinalmente fuerte hoy se han convertido en salas de baile, de juegos de azar, museos o mezquitas, nosotros como congregación tenemos el mismo gen pecaminoso para volver a repetir la misma historia. Cada vez que escuches que una Iglesia cerro por algún pecado en particular, recuerda esto, primordialmente es porque el Señor la cerro, él quito su candelero porque dejaron su primer amor, los problemas de finanzas de una Iglesia, las disputas o los celos, son simplemente un efecto secundario de dejar el primer amor.   Pablo en 1 Corintios 16:22 expone lo siguiente: “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema (sea maldito)” Pablo está definiendo el espíritu del cristianismo, es una maldición no amar a Cristo, de la misma manera es una maldición no amar a la Iglesia de Cristo, de forma opuesta, amar a Cristo es la bendición más grande que un ser humano pueda experimentar, pues sólo en él podemos disfrutar de todos los demás amores, así mismo, amar a la Iglesia de Cristo es la bendición más grande que un cristiano puede experimentar en esta vida, no te la pierdas. La epístola concluye en el verso 7:   El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios   IBGS escucha lo que el Espíritu nos ha hablado hoy, como dice un autor: “es verdad que Dios nos ama, pero nos ama demasiado para dejar que sigamos siendo como somos”, arrepiéntete vuelve al primer amor, volvamos a nuestras raíces, “vuelve a seguir la verdad en amor”, que es el lema de nuestra congregación, sin esta marca no podremos ser la Iglesia triunfante que disfruta y come del árbol de la vida que es nuestro Señor Jesucristo, si hoy no tenemos el primer amor en medio de IBGS, será imposible que en el cielo en el siglo venidero disfrutemos del fruto eterno del árbol de la vida, la eternidad es una vida que permanece en el primer amor, es una vida que se vive a los pies de nuestro primer y único amor: Jesucristo, él es el árbol de la vida, vivamos bajo la sombra de su amor en medio de los santos, vivamos injertados a él.