¿Servicio total o residual? (Marcos 12:41-44)

  1. ¡Contemplen este servicio!

El relato que acabamos de leer se encuentra en el contexto de la semana de la pasión de nuestro Señor Jesucristo, específicamente a 3 días de su muerte. Esta es su última visita al templo antes de ir a la Cruz. Cristo está a punto de predecir la destrucción del templo y Jerusalén, de hablar de las señales antes del fin y de su segunda venida; eventos que cambiarían para siempre a Israel y al mundo, bien podríamos suponer que su mente debería estar absorta en aquellas cosas que venían por delante: su entrega, su injusto juicio, el huerto de Getsemaní, la crucifixión y su muerte. Sin embargo, aun estando ad-portas del gran acontecimiento que cambiaría todo lo que se conocía hasta ese momento, sus ojos están atentos a todo lo que pasa a su alrededor. Jesús se encuentra en el patio de las mujeres, específicamente frente al arca de las ofrendas, y el texto dice que: “Levantando los ojos, vio a los ricos… y vio a una viuda pobre”. Nuestro Señor observa dos tipos de personas, dos tipos de ofrendas, dos tipos de servicio ¿Cuál quiere que observemos?

llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca” (v.43)

El Señor invita a sus discípulos a contemplar la ofrenda de la viuda, era fácil posar la mirada sobre los ricos, quienes no sólo daban grandes cantidades de dinero, sino que también hacían alarde de su “gran servicio a Dios”, como dice Mateo 6:2, muchos de ellos “tocaban trompeta” cuando ofrendaban o daban limosnas, es decir, daban anuncio público de sus donaciones jactándose de su supuesta generosidad, esta conducta externa de religiosidad, fácilmente podía ser definida como verdadero servicio al Señor, sin embargo, el foco de los afectos de estos falsos piadosos no era precisamente Dios, su centro de adoración eran ellos mismos, consideraban el servicio de las ofrendas como una plataforma, como un trampolín para su propia autoexaltación. Todo este espectáculo de falsa devoción no impresiona a Jesús, su mirada se dirige hacia la viuda y también direcciona los ojos de sus discípulos hacia ella, hacia la pequeña ofrenda que cabía en la palma de su mano, la cual nadie podía observar, llama  a sus discípulos y les pide que contemplen el devoto servicio de esta mujer, y hoy también nos llama y nos dice: ¡Contemplen a esta servidora! ¡Posen sus ojos en ella! ¡Admiren este modelo de servicio generoso y aprendan de ella! Los ojos de un verdadero discípulo de Cristo miran lo que su maestro mira, un verdadero servidor del Reino admira lo que su Señor admira, demos valor a lo que Cristo da valor.

Este pasaje contiene una verdad tremendamente consoladora, Dios mira lo que somos no lo que tenemos, este mundo se mueve bajo el siguiente lema: “Tanto tienes, tanto vales”, pero esa no es la evaluación que hace nuestro Rey sobre nosotros, las Escrituras nos dicen: “Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí”. Ningún acto de verdadera devoción hacia Dios, por más minúsculo que sea, es demasiado intrascendente para él como para no ser anotado en el libro de sus memorias, como dijo Francis Schaeffer: “A los ojos de Dios no existe gente pequeña ni lugares insignificantes”, y “todas las cosas están desnudas y abiertas (ante su mirada)” (Heb.4:13); aún vive Aquel que prestó atención a esta viuda y su carácter no ha cambiado: “Jesucrito es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”, él aun sigue escudriñando, pesando y evaluando los corazones de la misma manera que lo hizo en esta oportunidad, sus parámetros no han cambiado, él sigue observando a aquellos que sirven colocando su atención en Dios y no en ellos mismos, él promete mirar a “aquel que es pobre y humilde de espíritu, al que tiembla ante su Palabra” (Is. 66:2) ¿eres tú uno de estos? Si es así, contempla con suma diligencia el servicio total de esta servidora de Cristo.

  1. El tesoro de un dador Alegre

El verso 41 nos muestra lo que realmente el Señor observaba del servicio de las ofrendas: “(él) miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca. El Señor estaba escudriñando la actitud del corazón, el lugar de nuestros anhelos, la ubicación espiritual de nuestros verdaderos tesoros, el lugar del verdadero problema ¿Cuál era la diferencia entre la ofrenda de los ricos y la ofrenda de esta viuda? Podemos dar varias explicaciones, pero la diferencia fundamental está en el objeto que satisface sus corazones.

El verdadero tesoro de esta mujer en esta tierra era Dios, su Señor, mientras que los tesoros de estos ricos eran ellos mismos y sus bienes materiales. Cada creyente a lo largo de todas las épocas (incluyendo a esta viuda) está unido a Cristo, y ha recibido misericordiosa perfección, plenitud y satisfacción, la ofrenda de la viuda es simplemente el reflejo de esta realidad, su porción no eran las bendiciones, sino el Dios de las bendiciones, su corazón reposaba alegremente en las promesas del Señor. En cambio, el salmo humanista que los fariseos y los escribas cantaban era ¿A quién tengo yo? Pues a mí y mis posesiones, para ellos Dios era un mero accesorio, un medio para su propio fin, el corazón de estos ricos descansaba en su propio desempeño y en el engaño de las riquezas terrenales, su diagnóstico espiritual era: insatisfacción en Dios.

Lo opuesto a la satisfacción en el Señor es la codicia, pecado que consiste en desear tanto algo, que perdemos nuestra plenitud en Dios. Estos dos conceptos son inversamente proporcionales, cuando la satisfacción por Dios crece la codicia disminuye, cuando la codicia crece nuestra plenitud en Dios disminuye, por eso es que Colosenses 3:5 califica a la codicia como idolatría, porque la satisfacción que debería estar en Dios y su obra, está en nuestros ídolos, el “cómo” damos nuestras ofrendas es un parámetro genuino de cuan satisfechos estamos en Dios, cuando ofrecemos al Señor una ofrenda de segunda mano,  estamos declarando que Aquel quien es la plenitud que todo lo llena en todo (Ef.1:23), no nos satisface, eso es una fatal contradicción, el corazón de un dador alegre, es un corazón satisfecho en Cristo y su perfecta obra.

La ofrenda de la viuda está adornada de contentamiento, su servicio es una perfecta ilustración de que la vida cristiana no se trata de tener lo que quieres, sino de valorar y agradecer verdaderamente los dones que hoy te da el Señor; como dijo el puritano Jeremías Borroughs “El contentamiento no actúa añadiendo (cosas) a nuestras circunstancias, sino quitando de nuestros (malos) deseos” ¿Cuántos problemas tenía esta mujer? Era viuda y pobre, podría haber dicho al Señor hasta que cambies mis circunstancias te serviré, sin embargo, su entrega no dependió del escenario sombrío que la rodeaba, ni de su estado financiero o civil, sino del perfecto gozo que encontraba en el Dios de Israel. Ella nos enseña, que el verdadero contentamiento cristiano, se trata morir a nuestros vanos deseos y sintonizar nuestro corazón a la realidad que experimentamos al estar unidos a Cristo, la vida cristiana se trata de negarnos a nosotros mismos y arrepentirnos de nuestra idolatría de egocentrismo, de tal manera que podamos decir junto a Pablo: “He aprendido a estar satisfecho cualquiera sea mi situación” (Fil.4:11), el fundamento de nuestro servicio y gozo no se atribuye a que nuestras necesidades materiales estén cubiertas, sino que a pesar de las circunstancias, aprendamos a estar satisfechos. El ministerio de Pablo le había enseñado a estar más y más cerca de Cristo, más y más cerca del verdadero tesoro, su contentamiento en el Señor era su verdadera riqueza. Y notemos, Pablo aprendió a vivir de esa manera, no es un don característico de unos cuantos cristianos, vivir en contentamiento es una lección obligatoria para todos los salvos, Pablo realizo resoluciones en su vida para que su atención y plenitud jamás se hallaran en las cosas perecederas de este mundo ¿Has pensado en esto alguna vez?  ¿Has orado a Dios para que en cualquier escenario tu corazón este satisfecho en él? ¿Has rogado para aprender a vivir de esta forma? ¿Has tomado resoluciones reales para que las cosas de este mundo no sean un estorbo en tu comunión con Dios?

Seamos más concretos ¿Estás dispuesto a vivir satisfecho con la porción de comida y vestido básicos para tus necesidades esenciales por una entrega mayor al Señor? ¿Cuáles son los lujos que Dios quiere que tú y tu familia disfruten y cuáles son los lujos que él te invita a sacrificar? ¿Dónde está la línea entre el ahorro responsable y la acumulación irresponsable de riquezas? ¿Cuánto es sabio ahorrar para posibles necesidades futuras mientras que mis hermanos que me rodean (así como los incrédulos que no oyen el evangelio) se ven amenazados por sus necesidades presentes? Las personas que están más poderosamente persuadidas de que lo realmente importante es acumular tesoros en el cielo, son aquellas que constantemente buscan formas se simplificar sus vidas y servir, anhelan trabajar más para servir más, se abnegaran más para compartir más, de tal forma que el uso de su dinero se transforma en un vehículo para obtener una mayor manifestación del deleite en Dios, estas personan usan sus recursos como un medio de verdadera adoración, servicio y glorificación a Dios.

Estoy seguro de que muchos de ustedes creen que hay un sin número de cosas materiales que piensan que necesitan, pero al mismo tiempo, saben que por medio de la exposición de la Palabra el Señor los llama constantemente a tomar su Cruz y negarse a ustedes mismos ¿Qué harás ante esta encrucijada? ¿Abrazarás a Jesús mientras te deshaces de tus bienes o te alejarás de él mientras amontonas riquezas? ¡Ten cuidado de tu elección! Porque puedes terminar como aquel joven rico que buscaba la vida eterna, el cual se acercó a Jesús en busca de respuestas, sin embargo, al saber el costo del discipulado, se fue con las manos llenas, pero con el corazón vacío, en cambio esta viuda pobre se retiró del templo con las manos vacías, pero con un corazón rebosante. Esta viuda nos enseña que la verdadera vida cristiana es una vida de riesgos, que el costo del discipulado aumenta en la medida que estés más cerca de tu Señor, que nuestra vida no es una vida de lujos y comodidades; que en el Reino de Dios no hay cabida para el interés privado.

Precisamente sobre esto, John Bunyan describe lo siguiente en su libro el Progreso del Peregrino: Cristiano y Esperanza se encuentran en el camino con un nuevo personaje llamado Interés Privado, quien tenía tres amigos, los señores Apego al Mundo, Amor al Dinero y el señor Avaricia; todos habían sido educados en la escuela del señor Codicioso y vivían en la ciudad del Amor a las ganancias. Y desde lejos el señor Interés Privado reflexiona lo siguiente sobre la vida de Cristiano y Esperanza:

“Ellos son inflexibles,  han determinado que es su deber seguir su camino en todos los tiempos, mientras que yo quiero esperar al viento y a la marea; ellos están dispuestos a arriesgarlo todo por Dios, y yo estoy dispuesto a aprovechar todas las ocasiones para asegurar mi vida y mi hacienda, ellos se empeñan en mantener sus ideas, aunque todos vayan en su contra, mientras que yo sigo la religión en cuanto y hasta donde me lo permitan los tiempos y mi propia seguridad; ellos quieren a la religión pobre y desgraciada, y yo quiero a la religión solo cuando ella camina en esplendor y aplauso”

 

Sinceramente, ruego a Dios para que no te identifiques con las ideas de Interés Privado, ruego al Señor para que no vivas en la ciudad del Amor a las ganancias, que tu maestro no sea la codicia, imploro para que tus mejores amigos no sean el apego al mundo, el amor al dinero ni la avaricia, sino que ruego para que pises las mismas huellas de Cristiano y que tu esperanza en este mundo no sean las riquezas materiales, sino la sólida salvación que es en  Cristo Jesús.  La viuda pobre, es una fiel descripción de ambos personajes, ella se determinó a servir a Dios a pesar del costo, arriesgando todo, no espero mejores condiciones, no espero al viento y la marea, sino que en medio de su tempestad salió de la barca, sostuvo su mirada en Dios sabiendo que él la sustentaba en medio de las olas de aflicción.

Las riquezas y el dinero son “una medida exacta de nuestra moralidad”, son un termómetro espiritual, pocas cosas revelan con tanta intensidad la realidad de nuestro corazón, exponen abiertamente nuestras motivaciones y prioridades, el cómo y en qué gastas tu dinero determinará la ubicación de tu tesoro en esta tierra, tu cuenta corriente, cheques y todas tus inversiones evidencian lo que amas en esta vida, como dice Mateo 6:21 ahí estará tu corazón. La viuda pobre, al acercarse a realizar sus ofrendas no abrió su boca, pero su servicio (a más de 2000 años), aún proclama la dirección de su tesoro: el cielo. ¿Dónde está el tuyo? ¿Dónde está tu fuente de satisfacción?

Si está en el cielo, cada día que pasa te acercas más y más a él y al mismo tiempo te alejas de las inseguras riquezas de este mundo, pero si tu tesoro está aquí en la tierra cada día que pasa te acercas más y más a tu día final y te alejas más de tu fugaz tesoro. Las riquezas, ahorros y los intereses que tengas en este mundo son útiles, son algo bueno, son dádivas que el Señor nos entrega, pero al igual que la anestesia pueden ser peligrosas si las administramos según la lógica del mundo. La anestesia provoca que temporalmente nuestra sensibilidad al dolor disminuya, pero no cura nuestras heridas, simplemente nos alivia transitoriamente del verdadero problema físico por el cual atravesamos, de la misma manera, la riqueza tiene el poder de adormecer tu necesidad de Dios, te hace creer que puede satisfacerte y salvarte, esconde el problema real que habita en nuestros corazones, finalmente comprobamos en nuestras vidas que nosotros no poseemos posesiones, sino que ellas nos poseen a nosotros.

Recordemos la enseñanza del apóstol Pablo a Timoteo, gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar (1 Tim.6:6); el estándar de las escrituras para calificar algo como verdadera riqueza, como ganancia real, es la piedad ligada al contentamiento, el verdadero servicio cristiano no se encuentra divorciado del contentamiento, pongamos atención a esto, piedad sin contentamiento nos puede llevar al camino de los escribas y fariseos, al de la falsa devoción, a la falsa religiosidad, a la frustración, al descontento, a la murmuración, a la queja, al equivocado camino de la  “salvación por obras”, pero el contentamiento en Cristo nos enseña que nuestra devoción puede elevarse por encima de lo que tenemos o no tenemos. El corazón de un dador alegre siempre encuentra suficiente contentamiento en Cristo y su bendito Evangelio, porque él es nuestro tesoro.

Te pregunto, ¿Estás satisfecho en Cristo? Tu adoración, servicio, ofrendas y prioridades evidenciaran dicha satisfacción.

  1. ¿Servicio total o residual?

El escenario de la ofrenda de la viuda y de los ricos es el patio de las mujeres, lugar del templo donde se ubicaban 13 trompetas o shofares para la recolección de las ofrendas, el dinero que se recolectaba en 9 de ellas eran para los servidores del templo y los restantes eran dones estrictamente voluntarios. Por el contexto del capítulo podemos identificar con claridad a quien hace alusión Jesús sobre quienes eran estas personas ricas: los escribas y fariseos. El verso 40 del capitulo 12 de Marcos, nos dice que ellos devoraban las casas de las viudas, y posterior a esto, se nos relata justamente la entrega de las ofrendas de este grupo de ricos y el de una viuda pobre. Los fariseos daban sus ofrendas presumiendo de su generosidad, yendo totalmente en contra del principio de discreción dado por el Señor sobre este tema en Mateo 6:3 “no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”. Muchos comentaristas llegan a la conclusión de que las ofrendas de estos escribas y fariseos eran fruto de la explotación que ejercían sobre las viudas, pero más allá de esta observación, el examen que Jesús realiza sobre estos dos tipos de ofrendas es que los ricos echaban de lo que les sobraba de los residuos de sus bienes, más la viuda pobre echó todo lo que tenía, todo su sustento.

Las dos blancas dadas por esta mujer eran el estándar mínimo de las ofrendas para los rabinos de la época, ellos consideraban que las blancas eran de tan bajo valor que su contabilidad era un problema a la hora de realizar las finanzas en el templo, ese tipo de moneda eran un estorbo tedioso para su trabajo, eran algo así como las monedas de un peso que existieron en nuestro país hace un tiempo, las cuales eran de muy bajo valor y hoy están en desuso. Estas dos blancas eran equivalentes a un cuadrante, y el cuadrante era la 64 ava parte de un denario, y un denario era el salario de un día de trabajo, si convirtiéramos esta moneda a nuestra actualidad no serían más de 340 pesos, un monto honestamente insignificante. Por esto, resulta sorprendente la afirmación de nuestro Señor: “ella echo más que los ricos en el arca”, proporcionalmente ella ofrendo más que todos, pues dio todo lo que tenía para subsistir, para el Señor esas dos monedas no eran algo intrascendente, eran dos preciosos diamantes, esta viuda perfectamente pudo haber dado una sola moneda, lo cual era el 50% de su sustento, una ofrenda más que generosa, sin embargo, su entrega fue total, mientras que los escribas y fariseos daban de los residuos (restos) de sus riquezas, sus ofrendas eran una prueba tangible del bajo lugar que ocupaba Dios en sus corazones.

La carencia de generosidad es verdadera pobreza, y no nos referimos a una pobreza de bienes, sino una pobreza del corazón, a una carencia del alma, los escribas y fariseos eran ricos, se reconocían como modelos de generosidad, pero al igual que la Iglesia de la Laodicea, no se percataban de que eran pobres, ciegos y desnudos, ignoraban que su generosidad era una generosidad residual, parcial, y de segunda mano. La critica de Jesús no apunta a lo que daban, pues lo que daban era mucho, Cristo reprocha lo que retenían para sí mismos, la pregunta de nuestro Señor para nosotros es la misma ¿Cuánto legítimamente podemos retener de lo que él nos da? Quizás muchos de ustedes dan sus ofrendas y diezmos con la misma actitud de los fariseos, cumpliendo un estándar mínimo, dando una ofrenda residual, entregando este servicio como un impuesto más, en vez de rendirla como una dádiva en sacrificio vivo y olor fragante a nuestro Dios. Él está sumamente interesado en como administramos nuestras riquezas, tanto así que 1 de cada 10 versículos de los evangelios hablan de la mayordomía, y esto es así porque él es dueño del oro y de la plata, él quiere que sus posesiones sean bien administradas por nosotros su siervos, las riquezas que crees que son tuyas no lo son, no somos los dueños de esta tierra, somos simples ocupantes, el gran terrateniente de esta tierra como decía Spurgeon, tiene su asiento por encima de las nubes y se ríe de las escrituras y títulos de venta de nosotros los gusanos del polvo. Reconocer que todo lo que tenemos es suyo, es un principio fundamental para un servicio total. Así lo reconocía David:

Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos (1 Crón.29:14)

Y este principio no es solo aplicable para nuestro servicio en las ofrendas, debe rodear toda nuestra actividad servicial. Nuestras energías, tiempo y dones le pertenecen a él, nada en este mundo es nuestro, y yo sé que muchos de ustedes lo creen, por eso te vuelvo a preguntar ¿Cuantas resoluciones en tu vida estás haciendo para hacer tangible esta realidad? Hace poco entonábamos la siguiente estrofa del hermoso himno Varón de Gran Dolor: “Quiso el por mí morir, puedo hoy por él vivir. Quiero solo a él servir, ¡Aleluya, es mi Cristo!” ¿De verdad él es tuyo? ¿Él es tu Dios? Porque la primera pregunta que debes responder para afirmar eso es ¿Le perteneces a él? ¿En cada área de tu vida? ¿Anhelas con más fuerza que él te posea y al mismo tiempo estas renunciando a los placeres pasajeros de esta vida? ¿Has transformado en un lema para tu vida lo que dice el Salmo 119:94? ¡Tuyo soy yo, sálvame ¡¿Qué esperas para tener una generosidad verdadera? ¿Qué esperas para tener un servicio total al Señor? Me responderás: “estoy esperando tener más recursos para ser generoso”, pues no será así, pues como sirves hoy a Dios le servirás en el futuro, la viuda pobre nos enseña que ni nuestro estado financiero, ni civil, ni estar bajo un régimen tirano de explotación como el romano, ni a pesar del abuso de los escribas y fariseos hay excusas para no servir a Dios con todo nuestro ser y recursos.

¿Cuál es el origen de la generosidad de la viuda pobre? El texto en el verso 44 dice: “De su pobreza echó todo lo tenía”, la aflicción de la pobreza produce esperanza en el creyente (pues sólo puede esperar en Dios que es su fuente de provisión), y la esperanza gozo, y el gozo produce riqueza de generosidad. Pablo describió de la misma manera la ofrenda de los macedonios:

en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas (2 Cor.8:2)

La ofrenda de la viuda pobre y la de los Macedonios acaban con el mito de que para ser generosos primero debemos tener abundancia, estos hermanos en la Fe nos ayudan a comprender que no hay cabida para la generosidad residual en la vida del creyente, sino que nuestro servicio siempre es total, absoluto y sacrificial. No necesitas ser rico para ser generoso, ya eres rico en Cristo, pero muchas veces nos vendemos a nosotros mismos la mentira de que primero “hay que orar para que Dios nos bendiga económicamente, para luego poder ser de bendición para otros”, pero la verdad es que el Señor ya te ha bendecido HOY con toda bendición en  Cristo (Ef.1:3) y te hadado la provisión necesaria para ser generoso en tus ofrendas y dar misericordia a tus hermanos; estos modelos de servicio sacrificial nos muestran que siempre podemos dar más, aunque tengamos menos. Si tu lema es “doy si puedo” entonces estas pisando las mismas huellas del servicio residual de los fariseos, ten cuidado, porque este tipo de fariseísmo es sutil, difícil de detectar, se esconde a la vista de los demás, externamente te pondrás un manto de devoción, pero quien escudriña los corazones conoce la disposición egoísta y residual de tu corazón.

Por otro lado, en el servicio total de la viuda convergen dos principios básicos de las ofrendas: responsabilidad y voluntariedad. Responsabilidad porque cada judío tenía la labor de sostener el templo con sus ofrendas, con ello sustentaban todos los sacrificios públicos, los gastos adicionales del servicio en el santuario, las reparaciones del templo, los salarios de los oficiales regulares, y aún les quedaba para reparar las murallas, caminos y edificios de Jerusalén. Toda generación de creyentes ha tenido la responsabilidad de sostener el templo del Señor, ¿Responderemos nosotros a ese llamado? Cuando sostenemos los gastos de nuestra congregación, estamos expresando aprecio por las cosas espirituales que Dios nos da a través de nuestros ancianos, quienes proveen leche espiritual no adulterada como cuidadores del rebaño del Señor, somos compelidos por Dios a mostrar aprecio por la labor pastoral a través de una provisión generosa, mostramos amor por quienes nos presiden en la Fe, todos nosotros podemos dar sin amar, pero no podemos amar sin dar, es el estándar del cristianismo “Porque de tal manera amó Dios, que ha dado a su Hijo unigénito” (Juan 3:16) Dar es una consecuencia natural del Amor, dar es ganancia, es una manifestación genuina de la gracia de Dios, es una expresión tangible de amor por el Señor y su pueblo, los pastores de la viuda eran lobos rapaces, pero a pesar de esto, ella respondió al llamado de  sostener el templo, ¿Cuánto más nosotros que somos pastoreados por ancianos que anhelan llevar a la grey de Dios hacia los brazos de nuestro buen Pastor? Quienes predican el evangelio deben vivir del evangelio, no anulemos el poder del mensaje salvador del Señor con nuestra irresponsabilidad y mezquindad, no seamos una fuente de infecundidad para la Iglesia, amados, el evangelio de Cristo también tiene el poder de sostener el templo de Dios por medio de corazones transformados que se entregan a él. La ofrenda de la viuda era minúscula, pero tiene un eco tremendo en la historia de la Iglesia, porque gracias a su ejemplo inspirador, sacrificial y total, millares de creyentes han continuado la labor de sostener el templo, imitemos su hermoso servicio.

La ofrenda de la viuda también es voluntaria, nadie le exigió que depositara todo su sustento, pero ella creía que el Dios que la había redimido era capaz de darle dos blancas más para poder vivir, de la misma manera nuestra ofrenda debe ser voluntaria, del corazón,  pero cuando escuchamos la palabra “voluntaria” de inmediato nos permitimos licencias para cerrar nuestras manos, igualamos la palabra voluntaria en el contexto de las ofrendas a las esporádicas cooperaciones que damos a los bomberos u obras de caridad.

El hecho de que afirmemos que nuestras ofrendas sean voluntarias no hace referencia a dar lo que queramos. Por ejemplo, en las Escrituras cuando hablamos de que las esposas deben someterse voluntariamente a sus maridos, estamos hablando de que ellas disponen sus corazones en verdadera sumisión sin la imposición de su esposo, y eso se manifiesta en ser ayuda idónea, cuidadora de su hogar y fuente de amor, ellas no se someten voluntariamente haciendo lo que desean, las Escrituras delimitan el camino, lo mismo para los miembros de la Iglesia con respecto a sus pastores, nos sometemos a nuestros ancianos voluntariamente respetándoles, reconociéndoles, sujetándonos a ellos en mansedumbre y amor, a la manera de las Escrituras no a la nuestra. Por lo tanto, cuando hablamos del carácter voluntario de nuestras ofrendas no estamos diciendo que podamos dar lo que queramos, Cristo critico la ofrenda residual de los escribas y fariseos quienes ofrendaban lo que les sobraba, cuando decimos que nuestra ofrenda es voluntaria nos referimos a que ésta debe ser realizada desde el corazón, sin la coerción de ningún agente externo, guiados por las Escrituras, con la disposición correcta, en libertad, espontaneidad y gozo. Entonces, la voluntariedad de nuestras ofrendas es más bien un llamado a la generosidad genuina del corazón, Pablo nos dice en 2 Cor. 9:7 “Cada uno dé como propuso en su corazón, no por tristeza, no por necesidad porque Dios ama al dador alegre” ¿Qué es lo que has propuesto en tu corazón? El corazón de un nacido de nuevo está dispuesto genuinamente a seguir los estatutos del Señor, es un corazón dispuesto, es un corazón de carne, que ama, entonces el carácter voluntario de nuestras ofrendas, no es una licencia para ofrecer lo que queramos, sino más bien es un freno para el servicio residual, es un arma con la cual el Señor nos equipa para batallar en contra de la codicia, ya que apela al deseo genuino de entrega, disfrute y alegría del creyente en su Señor.

El cómo demos nuestras ofrendas también dirigirá la cantidad de la misma. Desde este púlpito siempre hemos recomendado que el diezmo es una buena medida para adquirir la costumbre de dar y nos sirve como una puerta de entrada al gozo de ofrendar, pero el diezmo no es el techo para nuestras ofrendas, más bien, es el lugar de partida para un servicio generoso. En el N.T no encontraremos ejemplos de ofrendas inferiores al diezmo, la ofrenda de Cristo en la Cruz es el estándar definitivo desde donde emanan todos nuestros servicios, incluyendo el servicio de nuestras ofrendas. La diputada comunista Camila Vallejo dona más del 20% de sus ingresos a su partido, Greenpeace recibe donativos de un sin número de personas para su cruzada en favor del cuidado del medio ambiente, Elon Musk cofundador de Tesla Motors ha donado más de 10 millones de dólares para el avance de la inteligencia artificial, ¿Qué tienen en común todas estas personas? Invierten sus recursos en las cosas que creen que vale la pena en este mundo, en sus tesoros, tesoros basados en una fe humanista, en una fe que tiene un fin, mientras que nosotros, la Iglesia de Cristo, somos columna y baluarte de la verdad, nuestra Fe prevalecerá porque está cimentada en la perfecta obra de Cristo, dispón tu corazón a realizar un servicio total al Señor, porque si la ofrenda de Cristo en la Cruz no te motiva a dar nada en este mundo lo hará, tenemos la labor de mostrar al mundo el corazón bondadoso de nuestro Señor siendo generosos por medio del poder de su evangelio.

  1. Cristo: La ofrenda perfecta

Al terminar el versículo 44 de nuestro texto, no sabemos nada más sobre esta mujer ¿habrá recibido la provisión necesaria? ¿cómo habrá terminado sus días en esta tierra? Son cosas que el evangelista no nos narra. Nuestro Señor elogia su servicio, pero ¿por qué no se acerca a ella? ¿por qué la deja ir sin más? ¿por qué no le brinda seguridad y provisión en ese momento?

El mayor problema de esta mujer no era su pobreza, no era su viudez, era su pecado. Querido amigo y hermano, tu mayor problema no es tu situación económica, tu estado civil o tus circunstancias, es tu pecado. Cristo vino a salvar a su pueblo de sus trasgresiones, esa era su misión, vino a salvar a personas como tu, avaras, egoístas y codiciosos, vino a rescatar lo que se había perdido, entre ellos a esta mujer, quien nació en pecado y también se unió al motín de la humanidad en contra de Dios en el Edén

Esta historia no tiene como centro las dos blancas de esta mujer, sino que apunta a una más excelente ofrenda. Tres días después de este encuentro, la mujer que fue mirada con amor por el Creador del Universo miraría hacia el monte Calvario y vería a su Dios crucificado, miraría su entrega, su pasión y su servicio total en su favor, aquel hombre que la observaba con misericordia se ofrendo en favor de viudas y huérfanos, para convertirse en el perfecto esposo de su Iglesia y en nuestro perfecto hermano mayor, aliviando para siempre nuestra pobreza y desamparo.

Durante toda la existencia del templo se entregaron ofrendas de animales sin defectos por el pecado del pueblo, como una sombra de lo que habría de ocurrir con la ofrenda única y perfecta de Cristo:

“Una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados” (Heb.10:14) La ofrenda de la viuda es una gota de agua comparada con el océano de perfección de la ofrenda de Cristo, él jamás peco, cumplió perfectamente la ley, fue el perfecto sumo sacerdote, santo, inocente, inmaculado; sirvió a los pecadores y dio su vida en favor de ellos; como ofrenda perfecta fue molido por nuestras transgresiones, fue castigado para que nosotros tuviéramos paz, para que nuestras heridas sean curadas (Is.53:5); con su servicio en la Cruz Jesús une la brecha infinita entre Dios y el hombre. La pobreza de la viuda, no se compara con el sacrificio de pobreza Cristo:

Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos” (2 Cor. 8:9)

Siendo el dueño del Universo, dejó la Gloria que compartía con el Padre y tomó forma de siervo, se humanó, experimentando la pobreza de la existencia humana, para que nosotros seamos enriquecidos. Y si por su pobreza somos bendecidos, ¡Cuánto más lo seremos por las riquezas que heredamos en él!

¿Tenemos una Fe diferente a la de la viuda? Pues no ¿Tenemos más revelación de las Escrituras que ella? La respuesta es un rotundo sí, tenemos una Fe más documentada que ella. ¿Tenemos mejores condiciones laborales y de contexto que ella? Así es. Esta mujer ofreció un servicio total antes de que el Mesías fuera crucificado, probablemente no alcanzó a conocer las epístolas de los Apóstoles y las grandes promesas que encontramos en ella, pero la revelación que tenía, le fue suficiente para sacrificarse a sí misma y todo lo que tenía. ¿Cuánto más nosotros quienes somos participantes de Cristo y de su naturaleza divina? Nuestro servicio no debe ser proporcional al servicio de la viuda, sino que debe ser proporcional al servicio superior de Cristo. ¡Él es el estándar y el pináculo del servicio total al Dios vivo y verdadero! El Apóstol Pablo en Efesios 5:2 nos dice:

Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante

 

El patrón del amor de Cristo es un amor sacrificial, él nos enseña que la mejor ofrenda que podemos presentar es nuestro propio ser, pues mientras no te hayas dado a él, él no podrá aceptar ninguna otra cosa de tu mano. Si no eres capaz de ofrendar tus recursos a la manera de las escrituras ¿Podrás dar tu vida por él? El amor de Cristo nos constriñe a morir a nuestros deseos de vanagloria. Él descendió del cielo a buscarte, cubierto de pecado te encontró, te rescato de vergüenzas mil, vino a quitar la codicia de tu corazón, para que puedas decir libremente que ya le perteneces a él, el problema más grande de tu vida ha sido resuelto por la ofrenda perfecta de Cristo, has sido libertado de la condenación y el poder del pecado; y en su segunda venida serás libertado de la presencia del pecado, entonces vive en consecuencia a esa obra en ti.

Cuando Zaqueo fue trasladado del reino de las tinieblas al Reino de Cristo, él busco restituir de forma tangible el abuso que había infligido sobre sus propios hermanos judíos, esta restauración fue un claro indicador que la salvación ya había llegado a su hogar, no era para comprar la salvación era la muestra de que ya se la habían dado por pura gracia. De la misma manera no ofrendes para que el Señor te dé, hazlo porque él ya te ha dado todo en Cristo, no busques pactar con Dios con tu ofrenda, ya somos parte de su Reino porque tenemos al perfecto mediador del Nuevo Pacto.

Ningún verdadero creyente se presentará ante Dios con las manos vacías (Deu.16:16), somos vasijas de barro llenas de la preciosa Gracia de Dios, y a través de ella tenemos el privilegio de servir al buen Dios, vivimos por su preciosa Gracia  y por ella podemos decir con toda propiedad como el profeta: ¡envíame a mí! No importa el dónde o el cómo la ofrenda de Cristo en la Cruz nos ha hecho aptos para toda buena obra (Heb 13:21).