Luego de su resurrección, Jesús se manifestó a sus discípulos en diversas ocasiones dando pruebas de haberse levantado de entre los muertos. Así, apareció a ellos al menos dos veces mientras se encontraban reunidos, para confirmar su fe. Luego se manifestó a ellos cuando se encontraban en el Mar de Galilea, luego de una noche en que no pudieron pescar nada, a fin de restaurar la comunión con ellos. Allí les preparó el desayuno y compartió con ellos a orillas del lago.
Es en ese contexto donde ahora se dedica a restaurar personalmente a Pedro, en relato registrado únicamente en el Evangelio de Juan. Así, los discípulos de ese entonces y toda la Iglesia a lo largo de los siglos, tienen constancia de que Pedro fue perdonado y reestablecido en su oficio, lo que también nos da lecciones preciosas sobre el perdón y la misericordia de Dios, y nos confronta con la pregunta fundamental que debemos hacernos: ¿Amas a Jesús?
Considerando que la ley de Dios fue quebrantada por el pueblo del Antiguo Pacto y por todo ser humano, y que ha sido cumplida perfectamente por Cristo, analizaremos qué posición debe asumir el cristiano ante ella en cuanto a lo que ha sido ya abolido y lo que permanece, exponiendo los llamados «usos de la ley»
Dice la Palabra de Dios que debemos ser llenos del Espíritu Santo, hablando entre nosotros con salmos (Ef.5.18-19). Los salmos siempre deben estar presentes en nuestros cánticos, nuestros consejos, nuestras exhortaciones. Y en esta necesidad, llevamos adelante una Serie basada en los salmos 120 al 134, titulada “Salmos Peregrinos: caminando juntos a la Nueva Jerusalén”. Esta Serie tiene por objetivo meditar en las verdades que nos entregan estos 15 salmos. El día de hoy, con la ayuda de Dios, estudiaremos el Salmo 121, y el título de esta predicación es “Un peregrinaje asegurado por Dios”.
Consideraremos el origen de Israel en la Biblia, sus dos dimensiones: étnica y espiritual, así como la relación que ellas tienen con el plan redentor de Dios y sus bendiciones.
Después de los impactantes eventos del Getsemaní, el Calvario y la resurrección, algunos de los discípulos de Cristo se encontraban realizando tareas cotidianas, cuando Jesús nuevamente se manifestó a ellos. En dos ocasiones anteriores, se les había aparecido para restaurar su fe en Él. En esta oportunidad, se manifiesta para restaurar la comunión con ellos y renovar la misión que les había entregado.
¿Por qué nos alejamos de Dios? ¿Por qué tendemos a perder nuestro rumbo? ¿Por qué Dios nos busca de forma tan persistente?
Al analizar este pasaje, podremos maravillarnos con la inmensa misericordia y el tierno amor de nuestro Salvador, quien realmente anhela la comunión con nosotros, y en las ocasiones en que nos enfriamos o perdemos el Norte, se preocupa de restaurarnos y renovar nuestra fe y nuestro servicio a su Nombre.
Analizaremos consecuencias de lo aprendido respecto de los pactos bíblicos, tanto en lo doctrinal como en lo tocante a nuestra relación personal con Dios. Veremos que nuestra interpretación de la Escritura lo impacta todo, y su objetivo último es que veamos la gloria de Cristo en la Escritura, en la historia, en[…]
Terminamos este 2019 iniciando una nueva serie titulada “Salmos peregrinos”, donde estudiaremos los Salmos comprendidos entre el 120 al 134. A estos 15 Salmos se les denomina peregrinos porque eran cantados por los judíos mientras ascendían a sus tres fiestas anuales: la pascua, la fiesta de los tabernáculos y la fiesta de las semanas. Se llamaban cantos de ascenso porque ir a Jerusalén implicaba subir más de 750 metros sobre el nivel del mar. Los hebreos se reunían en caravanas que se convocaban momentos previos a partir, ahí, los hermanos que habían estado separados por algún tiempo se saludaban, consolaban y animaban antes de comenzar el trayecto. No existían peregrinos solitarios, peregrinar a Jerusalén implicaba, e implica hasta hoy, caminar en comunidad hacia la ciudad del Gran Rey. Cristo también peregrinó por esos senderos cantando estos Salmos, que son suyos. El libro de Lucas 2:41-42 nos cuenta lo siguiente sobre Jesús: “Iban sus padres todos los años a Jerusalén en la fiesta de la pascua; y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la fiesta”
Vivimos en tiempos difíciles y la forma de enfrentarlos debe ser celestial, no terrenal. Hemos sido criados por una vana manera de vivir heredada de nuestros padres que incluye enseñanzas directas, así como otras que se respiran, son invisibles y ideas que traen consecuencias, pero cuando llegamos a ser de Cristo, por su gracia, renunciamos al mundo, y esto implica que también renunciamos a la forma de razonar que nos entrega este. Esto lo vemos en el como reaccionamos ante las circunstancias que atravesamos en la vida lo cual dice mucho de la forma de razonar que predomina en nuestro corazón. Hemos aprendido que las circunstancias determinan nuestra condición, mientras más bienes materiales me rodean y así cuantos más sueños cumplo, mientras menos esfuerzo realizó; más gozo tendrá mi vida. Estamos programados a pensar que nuestro gozo es fruto de buenas circunstancias y nuestra tristeza es fruto de malas circunstancias. Cuando llega una enfermedad, cuando llega la escasez o cuando tenemos una decepción nos derrumbamos ¿está mal dolerse ante situaciones complejas? NO, pues hay un tiempo para llorar, sin embargo nuestra paz, nuestro gozo, nuestra seguridad no es determinada por las circunstancias de la vida. Esta forma de razonar es diabólica, es anti bíblica y muy dañina, pues la escritura nos enseña a gozarnos en el Señor siempre, cualquiera sea nuestra circunstancia, no encontramos gozo en las cosas creadas sino que en el creador. Esta carta nos enseña a gozarnos en la obra del Señor quien la inició y la terminará, a gozarnos en el avance del Evangelio, a gozarnos en la vida o en la muerte, esta carta nos enseña a gozar nos en la iglesia y en el servicio que debemos al Señor, nos enseña a gozarnos en Cristo; el gozo en nuestro peregrinar.
Habiendo analizado las promesas del Nuevo Pacto y la Comunidad que nace a partir de él, nos detendremos ahora en el cumplimiento final y la consumación de toda la obra de Dios en cuanto a la restauración de la creación, el juicio a sus enemigos y la glorificación de su pueblo
Analizaremos cómo se compone la membresía del Nuevo Pacto, cuál es su origen y cómo se expresa. También nos tendremos en los sacramentos que el Señor ha entregado para que los observemos.
Vivimos en tiempos difíciles y la forma de enfrentarlos debe ser celestial, no terrenal. Hemos sido criados por una vana manera de vivir heredada de nuestros padres que incluye enseñanzas directas, así como otras que se respiran, son invisibles y ideas que traen consecuencias, pero cuando llegamos a ser de Cristo, por su gracia, renunciamos al mundo, y esto implica que también renunciamos a la forma de razonar que nos entrega este. Esto lo vemos en el como reaccionamos ante las circunstancias que atravesamos en la vida lo cual dice mucho de la forma de razonar que predomina en nuestro corazón. Hemos aprendido que las circunstancias determinan nuestra condición, mientras más bienes materiales me rodean y así cuantos más sueños cumplo, mientras menos esfuerzo realizó; más gozo tendrá mi vida. Estamos programados a pensar que nuestro gozo es fruto de buenas circunstancias y nuestra tristeza es fruto de malas circunstancias. Cuando llega una enfermedad, cuando llega la escasez o cuando tenemos una decepción nos derrumbamos ¿está mal dolerse ante situaciones complejas? NO, pues hay un tiempo para llorar, sin embargo nuestra paz, nuestro gozo, nuestra seguridad no es determinada por las circunstancias de la vida. Esta forma de razonar es diabólica, es anti bíblica y muy dañina, pues la escritura nos enseña a gozarnos en el Señor siempre, cualquiera sea nuestra circunstancia, no encontramos gozo en las cosas creadas sino que en el creador. Esta carta nos enseña a gozarnos en la obra del Señor quien la inició y la terminará, a gozarnos en el avance del Evangelio, a gozarnos en la vida o en la muerte, esta carta nos enseña a gozar nos en la iglesia y en el servicio que debemos al Señor, nos enseña a gozarnos en Cristo; el gozo en nuestro peregrinar.